jueves, 3 de enero de 2019

Fedra




Todos albergamos en el fondo del corazón —allá donde no permitimos el acceso a nadie o casi nadie— un secreto triste y amargo que nos erosiona y demuele. Por él vivimos impregnados en una melancolía centrípeta y en un silencio creciente; y por él se enturbia nuestra relación con los demás. A Fedra, hija del rey Minos y esposa de Teseo, también le ocurre: sin que nadie alcance a sospecharlo, porque el odio que ha manifestado en los últimos tiempos por su hijastro Hipólito ha sido tan virulento como público, está enamorada de él. Ha fingido desdén para que no resultase evidente su horrenda inclinación, pero los oídos de su sirvienta Enone terminan escuchando la verdad… Y también la escucha el propio Hipólito, que queda paralizado por el estupor, porque él ama a Aricia y considera una atrocidad que la esposa de su padre pretenda sus favores.
En esta historia clásica, que el francés Jean Racine recrea con una infinita elegancia, podemos descubrir los mil perfiles del amor, de la fidelidad, de la traición y del deseo que, burbujeando en los corazones de sus protagonistas, los conducen hacia destinos casi siempre aciagos.
Una obra para meditarla en silencio… pero para leerla en voz alta, porque la labor traductora de Carlos Pujol consigue en estas páginas una belleza rítmica de difícil superación. Decir que el resultado final es maravilloso constituye apenas un tibio ditirambo para lo que su trabajo merece. Memorable.

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