Antes de
que Luis Leante fuera el fenómeno editorial Luis Leante (reflejado en los
mejores suplementos literarios del país y celebrado en varios países e idiomas)
ya había escrito y publicado libros absolutamente espectaculares. Uno de ellos
fue El vuelo de las termitas, que
primero impulsó la Editora Regional de Murcia y después volvió a lanzar
Gollarín.
Y lo
cierto es que esta novela lo tiene todo para conseguir convencer a todo tipo de
lectores: una historia seductora y llena de aventuras, donde se nos relatan las
peripecias de Felipe de Lyon; unos personajes tan interesantes como el hermano
Lorenzo, tan enigmáticos como Eximio de Poitiers o tan dulces como Inés;
sodomías protagonizadas por monjes; búsquedas de reliquias misteriosas, que
sólo tras muchas páginas identificamos; templarios violentos que persiguen
oscuros objetivos; máquinas voladoras tan sorprendentes como la que construye
Asbag Ben Mansur; descripción de las mazmorras medievales; y un buen caudal de
anécdotas perfectamente documentadas sobre Cehegín, Mula, Bullas o la propia
Caravaca de la Cruz. Y, por encima de todos los demás atributos de la novela,
uno que la convierte en una obra digna de elogio, y que hará las delicias de
todos los lectores que se acerquen hasta ella: la perfección de su prosa, el
modo mayestático en que Luis Leante construye sus capítulos para que todos
quedemos atrapados y seducidos de la primera hasta la última de sus frases.
Desde las
terribles pesadillas que asaltan a Felipe de Lyon en el capítulo primero hasta
las felices noticias que se reciben en el trigésimo cuarto (con el que se
cierra el volumen), no hay tregua para quien se adentra en sus hojas:
acompasando su lectura a los avatares del protagonista, y viviendo con él sus
múltiples aventuras, se peleará, sufrirá frío, sobrevivirá a incendios,
padecerá engaños, se enamorará, temblará de miedo, descubrirá el valor de la
amistad, será encarcelado, atravesará los caminos de España, llorará,
experimentará los latigazos de la traición, reirá, correrá el riesgo de
contraer pulmonías, dormirá a la intemperie o en lugares inhóspitos, será
novicio y comerciante, comerá lo que encuentre por los caminos... Y, por encima
de todo, irá transformándose en otra persona, como el propio Felipe de Lyon se
transformó, encontrando el amor de su vida y cumpliendo su destino. ¿Hay
alguien que se pueda resistir a esta propuesta?
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