Ninguna
vida, ni siquiera la más grisácea o insignificante, puede ser resumida en tres
o cuatro escenas. Pero hay que reconocer que, como procedimiento literario, tal
reducción puede alcanzar unos niveles de profundidad, de metáfora o incluso de
belleza muy notables. Es lo que ocurre con estos Cuatro encuentros, de Henry James, que traduce Beatriz Sánchez
Santos para el sello Funambulista y que tienen todo el aroma exquisito que el
narrador norteamericano supo imprimir a sus producciones.
El
narrador, tras enterarse de la muerte de la señorita Caroline Spencer, nos
describe aquí las cuatro ocasiones en que tuvo la oportunidad de coincidir y de
charlar con ella, presentándonos un dibujo íntimo de la dama a través de esas
escenas: una profesora tímida, con deseos de viajar a Europa, que apenas logró
cumplir su sueño y que, a la postre, tuvo que soportar durante el resto de su
vida los abusos de una falsa condesa casada con su primo, que se comporta con
ella de un modo desconsiderado y altanero.
Por medio
de esas cuatro secuencias, Henry James, endiabladamente hábil, nos introduce en
la triste existencia de una mujer dominada por el temperamento pusilánime, que
se pliega a cumplir los roles que la sociedad espera de ella: el conformismo,
la resignación, la generosidad, el silencio.
Una
novela corta, intensa, deliciosa y enervante. Grande Henry James, como siempre.
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