Una
mujer, después de muchísimos años viviendo dentro de una burbuja médica a causa
de un accidente (recibió importantes injertos de piel, le pusieron ojos nuevos,
etc), recibe la visita de Margus, un prestidigitador que dice conocerla desde
hace cuatro décadas y que puede ayudarla a recuperar la memoria perdida. Se
llama, le dice, Nadia; y que ambos formaban grupo artístico. Le explica que en
marzo de 1939 cruzó la frontera de La Pertus y que, mientras que a él lo
recluían en un campo de concentración, ella logró llegar hasta el pequeño
pueblecito de Saint Jean de Brel… El proceso de salida de la amnesia llega
hasta el año 1988, que es cuando se está produciendo el encuentro: Franco ha
muerto, en España hay una monarquía parlamentaria y gobiernan un partido de
izquierdas (ante la afirmación de Nadia sobre que “triunfó el socialismo”,
Margus aclara: “No, los socialistas”).
La obra,
que circulando por esos carriles podría haberse convertido en una pieza
notable, se malbarata a partir de ese punto, con personajes que se ponen y que
se quitan máscaras, con parlamentos ambiguos y de una simbología mentecata, y
con un final en verso (no me atreveré a decir que es poema, porque respeto
mucho la poesía) tras el que explota un globo.
En fin.
Veinte minutos de lectura distraída y cinco minutos finales de “¿Pero esto qué
mierda es?”. Papel para envolver sardinas.
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