jueves, 28 de agosto de 2025

Luces mal usadas

 


Leo, con lentitud admirativa, el poemario Luces mal usadas, de la argentina María Florencia Rua, y siento que sus páginas se comportan como fogonazos de luz por un pasillo oscuro. Tal vez ese pasillo sea la vida misma, que suele ser gris, larga e insustancial; y tal vez los destellos supongan un reflejo de la mirada poética sobre las cosas, las personas, los paisajes, las experiencias. “Todo fue para mí noche o relámpago”, escribía Neruda en uno de sus primeros libros.

Contemplamos así líneas de desamparo (“De chica jugabas / a que en la arena armabas casas / y amabas como venganza. / Pero esas casas fueron destruidas. / ¿Dónde vivirás ahora?”, p.9), líneas de supervivencia (“Como ese jueguito donde / hay que saltar adentro / del círculo de fuego. / Una lucha constante / el peligro que arde / alrededor del cuerpo”, p.14), líneas que suponen un auténtico programa de vida (“Tendremos que trepar / o caer”, p.20), líneas de zozobra (“Tengo miedo de que haya cámaras / percibiendo todos mis movimientos / la soledad no es real”, p.26), líneas donde se detalla un encuentro sexual casi furtivo (el poema Huracán) o, en fin, instrucciones que, bajo su apariencia irónica, esconden un latido negro que eriza la piel (“Algún día estarás muerto / es importante practicar”, p.35).

María Florencia Rua no nos facilita poemas complacientes, sino zarpazos que el corazón y el cerebro acusan desde el principio y que activan a ambos.

Un trabajo lírico sin duda fascinante.

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