lunes, 18 de septiembre de 2023

Mujeres

 


Es probable que de todas las injusticias que han burbujeado en el mundo desde el inicio de los tiempos (las diferencias entre ricos y pobres, blancos y negros, etc.) ninguna resulte tan persistente y tan marmórea como la que se ha establecido históricamente entre hombres y mujeres. Dueños del dinero, del pensamiento y de las armas, los varones han conformado un modelo patriarcal que, con pequeñas fisuras y evoluciones, se ha mantenido inmóvil durante siglos y aun milenios. Ellas son las silenciadas, las invisibles, las torpes, las sumisas, los ceros a la izquierda, las avasalladas, las insultadas, las explotadas, las incapaces. En el ámbito religioso, actrices de segunda fila (en el mejor de los casos); en el ámbito familiar, animales todoterreno que en la cocina y en la sala de costura disponían de su espacio idóneo; en el ámbito científico o artístico, anécdotas observadas con displicencia; en el ámbito político o empresarial, viragos ante las que se sonreía tetánicamente.

Para contribuir a la subsanación de esos errores, Eduardo Galeano compone este libro (titulado precisamente Mujeres), que es un alegato recio, inflexible, en favor de millones de mujeres famosas o anónimas, brillantes o discretas, egregias o humildísimas, que nos fueron dejando sus ejemplos de altivez, de dignidad, de esfuerzo valioso. Muchas veces son granitos (en el sentido de “cosas pequeñas”), pero siempre son granitos (en el sentido de “rocas firmes”): las narraciones sin fin de Sherezade; la premonición desatendida de Calpurnia; la conciencia social de Florence Nightingale; el orgullo legítimo de la faraona Hatshepsut; los avances científicos que nos legaron Marie Curie o Rita Levi Montalcini; el hondo testimonio creativo de Frida Kahlo; los bailes libérrimos de Josephine Baker… Pero también (en el platillo anónimo de la balanza, igual de importante) la terca negativa de las cinco putas que se negaron a atender en 1922 a los soldados argentinos que estaban fusilando a sus compatriotas; la firme dignidad inagotable de las Madres de la Plaza de Mayo; el aguerrido ejemplo legendario de las amazonas; o (reconozco que esta historia me impresionado de forma especial) la novelística historia de Elisa Sánchez y Marcela Gracia, dos gallegas que lograron casarse en 1901 gracias a una argucia (una de ellas se disfrazó de hombre) y que después se embarcaron hacia América, donde se les perdió la pista.

Sin duda, una obra muy notable para hacernos pensar, para comprender un poco mejor las injusticias seculares que sobre las mujeres se han practicado y para intentar que enmendemos esos errores para el futuro.

1 comentario:

Juan Carlos dijo...

Fíjate que no he leído nada de Eduardo Galeano. Estos relatos que circulan en torno al tema común "mujeres" parece interesante, si bien muchos casos son conocidos por demás. Según leía tu reseña pensaba si no será una publicación, además de oportuna (eso por supuesto), un tanto oportunista dada la excelente salida que tiene todo aquello que toque el mundo de la mujer. Que hay que reivindicar el lugar de las mujeres en el mundo es evidente; que hay que ensalzar los grandes avances científicos, artísticos, laborales, logrados por no pocas mujeres singulares, es algo muy necesario; pero, insisto, que hay mucho de apuntarse al carro de lo que es ahora mismo bien recibido, también me lo parece.
En esto pensaba según que te leía. Pero pese a ello recordar a Juana de Arco, a Mme Curie, a Camille Claudel y a tantas y tantas otras magníficas y con frecuencia ninguneadas mujeres nunca viene mal, sin duda alguna.
Un fuerte abrazo, Rubén