Hace
ya casi medio siglo (en concreto, en 1975) apareció en las librerías españolas
un volumen espeluznante titulado Cartas de condenados a muerte, víctimas del
nazismo (lo divulgó la editorial Laia, con la traducción de Jaume Reig). Y
en él se transcribían las últimas palabras que, en papel o en los muros de sus
celdas, nos legaron infinidad de sufridores del holocausto nazi, en las horas
previas a su monstruosa ejecución. Veinticuatro años después, a finales de
1999, pudimos leer este breve librito póstumo de la francesa (nacida indochina)
Marguerite Duras, titulado El dolor y traducido por Clara Janés para la
editorial Alba, que venía de alguna manera a redondear la imagen con el
testimonio simétrico o complementario de una mujer que se consume de angustia
mientras aguarda el regreso de su esposo, superviviente de un brutal campo de
exterminio, y que nos contagia con su prosa desnuda, nerviosa, tensa y
entrecortada las sensaciones de horror y de llanto continuo que la asaltan en
esos días expectantes.
Es
sin duda un libro emotivo y conmovedor, pero que se encuentra aquejado por un
“pero” bochornoso, que quizá la editorial subsanase en una hipotética segunda
edición (he manejado la primera): las brutales particiones de palabra a final
de renglón, que nos añaden inmerecidas dioptrías: per-iódico, ter-ribles,
guer-ra o compre-ndemos.
Ojalá se haya subsanado.
1 comentario:
De Marguerite Duras recuerdo como si fuera hoy la lectura que hice de su "Un dique contra el Pacífico" en el que una de las creadoras o principales representantes del 'nouveau roman' hablaba de sus recuerdos de infancia en Indochina cuando la presencia francesa allí. Tras esta colección de relatos cortos que me gustó mucho cayeron en mis manos "Hiroshima, mon amour" que luego vería en película del director Alain Resnais. "El amante", "El amante de China del norte", y alguna otra más que ahora mismo no recuerdo. Es una autora que me gustó, no sé si ahora me seguiría agradando, pienso que sí.
En cuanto a esas ediciones con esas particiones silábicas imposibles la verdad es que es una pena grande, pues uno paga por un producto que cuando menos esté bien impreso y presentado. Pero, como tú, espero que la editorial las haya corregido en las sucesivas ediciones.
Espero, Rubén, que hayas pasado un buen verano.
Un saludo
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