Las
hermanas María y Elena, ya casi ancianas, habitan en una vivienda del barrio de
Salamanca y han decidido colocar en el periódico un anuncio donde ofrecen la
posibilidad de alquilar una habitación a un caballero serio y formal. Su
propósito último es conseguir que ese caballero se case con Mary, hija de
María, a la cual quieren proteger de pretendientes indebidos. Tras rechazar a
varios candidatos, terminan por elegir a Eduardo, un perito químico que anda
buscando un sitio donde vivir. Este arranque es el que nos plantea Manuel Pombo
Angulo en su obra dramática Te espero ayer, que pronto comenzará a girar
hacia territorios más inquietantes, cuando advirtamos que “la niña” (como su
madre y su tía la llaman de forma continua) se fue hace años de la casa, y se
casó… ¡con Eduardo! Las ancianas, reacias a quedarse solas, se aferraron a la
ilusión de creer que la muchacha seguía con ellas, y han terminado por
refugiarse en una burbuja de desvarío, del que Eduardo y Mary pretenden
sacarlas. Pero ese honorable impulso no resultará fácil de cumplir, porque la
profundidad de sus heridas psíquicas es mucho mayor de lo que en las primeras
páginas podíamos sospechar y terminará desembocando en un tercer acto donde
humor negro, inquietud y falta de oxígeno terminan por asfixiar al lector.
Se trata de mi primera aproximación a la obra literaria del santanderino Manuel Pombo Angulo y, salvo sorpresa, no será la última.
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