domingo, 3 de septiembre de 2023

La soledad del farero

 


Resulta muy difícil (es una opinión que la experiencia me corrobora de continuo) componer un buen libro de microrrelatos, porque quien maneja el volante de las narraciones tiene que estar sorteando a gran velocidad y sin permitirse ninguna vacilación las curvas del chiste, de la gracieta, de la boutade y de la diapositiva. El lector, desde luego, no le dará tregua, ni le permitirá medianías. Y así tiene que ser: a una mesa de comedor se le puede tolerar una falla o una astillita; a un presunto diamante, no. De ahí que volúmenes como La soledad del farero y otras historias fulgurantes, del leonés Fermín López Costero, se agradezcan tanto.

En sus páginas nos encontramos con ese farero que idea una estrategia para erosionar la soledad extrema en que vive; con el fallecimiento de dos antropólogos en circunstancias harto misteriosas; con la decepción y el miedo que experimenta un zorro tras disfrazarse de gallina; con los beneficios que pueden derivarse de la excesiva carga burocrática que soporta el Diablo; con las desastrosas consecuencias de mostrarse demasiado locuaz con el compañero de viaje en el autobús; con un hermético club de poetas invidentes, que inauguró un griego y que en el siglo XX presidió un argentino; con una importante cirugía que no se puede realizar por motivos religiosos; con las obsesivas navegaciones por internet de un hombre recién divorciado; y, en fin, con todo tipo de fantasmas, sirenas, gnomos y personajes sorprendidos al filo de la sorpresa.

Este tomo regala una gran cantidad de momentos felices. Creo que merece la pena leerlo.

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