miércoles, 27 de septiembre de 2023

La nieta

 


Me resulta muy difícil explicar por qué algunos autores logran seducirme desde la primera página y por qué a otros los abandono en medio de descomunales bostezos nada más iniciar su lectura. Nunca he logrado formular una explicación del todo satisfactoria, porque entiendo que se aúnan demasiados elementos (tema, ritmo de la frase, vocabulario, tono narrativo) como para resumirlos en una simple etiqueta. Tendrá que ver, me imagino, con aquello de las “afinidades electivas” que pregonó Goethe. O no, cualquiera sabe. El caso es que, desde que posé mis ojos en las primeras hojas de Los colores del adiós, de Bernhard Schlink, me enamoré de su escritura. Por eso salté de inmediato hasta El lector. Y por eso ahora he enriquecido mi espíritu con La nieta, que la editorial Anagrama acaba de lanzar en España gracias a la traducción de Daniel Najmías.

Fijemos la mirada en la acción con la que arranca la narración: Kaspar Wettner, un librero que adora la música clásica y que está casado con la inestable Birgit, descubre al llegar a casa el cuerpo sin vida de su esposa, que se ha ahogado tras una masiva ingesta de alcohol y pastillas. Y ese doloroso trance se completará muy pronto con el descubrimiento de unos escritos de Birgit donde habla de cómo huyó de la RDA para venir hasta la RFA (iniciando así su vida con Kaspar) y, sobre todo, cómo dejó atrás a una hija, cuya existencia ni siquiera sospechaba su actual marido. Asombrado por la revelación, el librero entiende que ahora su objetivo debe ser encontrar a esa hija perdida, cuyo rastro aún puede ser detectable si acude a las personas adecuadas (aquellas que rodearon a Birgit cuando vivía en el sofocante mundo situado al otro lado del Telón de Acero). De esa manera, tan sencilla y tan triste, se inicia un singular viaje que llevará a Kaspar hacia el ayer (y también hacia el futuro), permitiéndole descubrir a Svenja, su inesperada hijastra, una muchacha que ha vivido demasiado tiempo rodeada de personas violentas, que la llevaron a convertirse en una joven conflictiva (“Se drogaba y daba palizas a homosexuales y extranjeros, dormía en la estación y en trenes”) y que ahora está casada con el codicioso Björn, un férreo hitleriano que cree en la supremacía de Alemania y que niega el Holocausto. El choque que siente en su alma el sosegado Kaspar es terrible, pero aún será más profundo cuando observe que la hija del matrimonio (su nieta Sigrun) corre el peligro de convertirse en otro ser irreflexivo, virulento e intransigente, como sus padres.

A partir de ese punto, todo el interés del protagonista consiste en conseguir que Sigrun observe, piense, razone y decida por sí misma, calibrando las verdades y las mentiras que han rodeado su vivir y el vivir mismo de la nación en la que ha nacido. Pero el proceso será largo, lento, y exigirá de Kaspar una abrumadora dosis de paciencia, ternura y empatía.

La nieta es una conmovedora reflexión sobre el alma torturada de Alemania, que tiene que equilibrar dentro sí los horrores y las grandezas de su pasado, para seguir caminando hacia el futuro. Quizá porque asumir de forma plena las atrocidades del ayer constituye el primer paso imprescindible para evitar la repetición de las monstruosidades, pedir perdón y comenzar de nuevo.

Por su lenguaje, por su ritmo exquisito, por su espíritu integrador, La nieta se convertirá en una de las grandes novelas de la nueva temporada literaria.

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