viernes, 12 de febrero de 2021

Gala, ¿musa o demonio?

 


Las esposas o compañeras de los artistas han sido, quizá con demasiada frecuencia, objeto de comentarios, maledicencias, suspicacias y análisis, pero pocas igualarán en densidad polémica a Yoko Ono (pareja de John Lennon) y a Gala (sombra o luz de Salvador Dalí). Precisamente sobre esta última se construye el libro Gala, ¿musa o demonio?, de Tim McGirk, que leo por segunda vez (antes lo hice en abril de 2004, cuando me la regaló mi hermano Luis García Mondéjar) en la traducción de Joseph M. Apfelbäume.

El volumen tiene un elevadísimo número de anécdotas sobre Elena Ivánovna Diákonova (que era el nombre de nacimiento de la artista rusa), pero quizá lo más meritorio es que McGirk acierta a darle un interés “novelesco” al conjunto, para felicidad de los lectores. Y eso permite que la inmersión en sus aguas narrativas sea tan placentera.

Me ha gustado la frase de Salvador Dalí que se reproduce en la página 25: “La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco”.

Me ha sorprendido que el pintor catalán creyese (así se afirma en la página 107) que Gala era un talismán infalible contra la muerte.

Me ha impresionado el juicio lapidario y monumental que aparece en la página 210: “No me volví loco porque ella se hizo cargo de mi locura”.

Un tomo para recordar.

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