Existe un momento en nuestra vida (al menos uno) en que
detenemos el paso, reflexionamos sobre nosotros mismos, tragamos saliva y nos
asaltan las preguntas terribles: ¿es esto lo que de verdad quería? ¿Este camino
por el que avanzo es el que soñaba recorrer? ¿Debo continuar por inercia o
sería más inteligente cambiar de horizonte, de brújula o de zapatos? Los
protagonistas de esta novela de Pedro Antonio Martínez Robles se ven
atravesados también por esos interrogantes, que erosionan su presente y comprometen
su porvenir: Segundo Ayala, que ha sido durante años un discreto funcionario
municipal y un fiel marido y padre de familia, se verá asaltado por el deseo
hacia una mujer que no es la suya; Adolfo, un peluquero homosexual al borde de
la jubilación, vive condicionado por el recuerdo de un amargo error de su
pasado, que regresa cíclicamente en sus pesadillas; Emilia Villalba,
propietaria de un gimnasio y aherrojada en un hogar acre e insatisfactorio,
descubrirá una rendija por la que entrará nueva luz a su existencia... Pero
también podrían ser recordados el iracundo Benito, el misterioso JB, el
inquietante Tomás o el frágil Matías. Todos ellos constituyen los puntos que,
unidos por finas líneas invisibles, trazan el universo narrativo de San Valentín,
una pequeña localidad murciana que está salpicada de rumores, hipocresías y
vigilancias vecinales, que asfixian la vida de los espíritus más libres.
Si con Luz de cobre, el escritor ya nos había demostrado su maravilloso dominio de la prosa, en Memoria de una obsesión corrobora esa línea y nos ofrece una narración espléndida, aliñada con dos atroces sucesos en sus últimas páginas, que nos aporta agudas reflexiones sobre el ser humano, el sentido de la vida, los dulzores y amarguras del amor o la manera más sensata de afrontar nuestras propias incoherencias. Un libro muy recomendable.
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