viernes, 22 de enero de 2021

Carrera con el diablo

 


Luis Sánchez Martín (Cartagena, 1978) es un cuco: redacta un montón de páginas, les pone como marbete una frase llamativa (Carrera con el Diablo), soborna a un prologuista (Abel Santos) para que nos convenza de que estamos ante un libro de poesía y, como remate de la faena, engaña a la editorial Lastura para que encuaderne y comercialice el producto. Lo que conviene decir bien alto es que se trata de una tomadura de pelo. Luis miente más que escribe. Esto no es poesía. Esto es un catálogo de heridas, esto es un cargamento de lágrimas envasadas al vacío, esto es el balance (triste, desgarrador) que “un triste contable” traslada al papel y nos envía. Esto es rocanrol. Oh, yeah.

Enumeremos algunas fibras de este tejido: un padre con “aliento etílico” y al que le produce terror llegar a parecerse; una madre que va “hasta las cejas de pastillas” y que le regala una paliza el día de la muerte del abuelo; una voz que reconoce haber estado durante años “viviendo en la costra”; un viejo profesor que bebe en bares nocturnos llenos de mugre; reflexiones alrededor de Bukowski o Chet Baker, porque el alcohol y el jazz pueden bendecirnos con su lucidez; un poema que concibe María Marín y que el autor redacta; y un siglo XX que, contra la opinión de los famas y los calendarios, no termina hasta que se apaga por fin la bombillita en la cabeza de Chuck Berry.

No se entra prevenido en este manglar; y no se sale indemne.

Quien abra las páginas de este libro debe tenerlo claro, para que sea capaz de impregnarse de las amarguras y enseñanzas de este volumen que, finalmente, sí que parece ser de poesía. Y de la buena.

1 comentario:

Relibro dijo...

Qué buen artículo, Rubén, y sin comentario que se encontraba. Aquí tienes el mío.

He tratado con Luis, si bien, debo reconocer, no he leído nada de él. No obstante, lo seguimos por las redes, y es un tipo muy original.