La bella, arrebatadora, sumisa O constituye uno de los iconos
de la literatura erótica del siglo XX. Podremos objetarle todos los análisis,
vituperios o críticas que queramos, pero su popularidad y su solidez
constituyen un hecho apenas contestable. Es fácil suponer que lo que representa
esta mujer (que acepta ser la esclava sexual de Sir Stephen y que, por el amor
y la fascinación que siente por el enigmático personaje, está dispuesta a
entregarse a otros hombres) asombre o irrite a muchas mujeres. Es natural. Pero
quizá no sea menos cierto que su figura responde a ciertas pulsiones íntimas,
tan profundas o anómalas que no todo el mundo está dispuesto a confesarlas
abiertamente.
En esta especie de segunda parte de su historia, O, tras ser
marcada a fuego por Sir Stephen y ser anillada en la vulva, acepta ser
conducida hasta Roissy, una especie de hotel o balneario de lujo donde todos
los visitantes tendrán derecho a usarla, previo pago. ¿Se ha convertido, sin
darse cuenta, en una prostituta de lujo? O tendrá que mostrarse complaciente
con todos ellos, recibir sus azotes, guardar silencio y excitar al máximo a
quienes su preceptor (y amado) le indique. No hay negociación posible. Ése es
su horizonte de servidumbre y sexo a partir de ahora.
¿Sórdido? Puede ser. ¿Desasosegante? Ciertamente. ¿Incomprensible?
Mucho. ¿Turbador? Sí.
Pero algo oscuro, inexplicable y potente te obliga a avanzar
por las páginas, para ver a O siendo bañada, maquillada y usada por unos y otros.
Este perverso juego excitante fue concebido por la escritora francesa Anne Cécile Desclos, que firmaba sus libros como Dominique Aury, pero que prefirió manejar el seudónimo de Pauline Réage para publicar esta obra.
1 comentario:
Leí a O hace mucho, tanto que creo que era más que joven. El caso es que no he leído esta segunda parte, no sé si la leería ahora pero puede que más adelante si.
Besos 💋💋💋
Publicar un comentario