domingo, 3 de enero de 2021

Se vuelve a llevar la guerra larga

 


Entre 1936 y 1939 hubo en España una guerra, y algunas personas pasaron ese período de tiempo escondidas, para no incorporarse al combate o por temor a represalias. Son variadas las novelas, cuentos y obras teatrales que han utilizado ese tema como argumento. Hasta aquí ninguna novedad. Pero de pronto llega el dramaturgo Juan José Alonso Millán y concibe una historia en la que esa semilla fructifica de manera anómala, y consigue que los ojos del lector o el espectador se abran con sorpresa.

Nos encontramos en Madrid, en una casa "nacional", donde se oculta Benito. un pintor con profundas creencias religiosas que ha sido acogido por Josefina, una mujer que lo admira y lo ama. Periódicamente, una pareja de milicianos pretende registrar la vivienda porque han oído rumores sobre la presencia de un faccioso en su interior; mas la anfitriona consigue burlarlos con astucia, sangre fría y mano izquierda. Benito, acobardado y agradecido, pinta cuadros para que Josefina o su sirvienta Venancia los cambien por azúcar, pan negro y otros alimentos básicos, con los que consiguen sobrevivir. Como puede observarse, un argumento de lo más convencional... hasta que descubrimos que, en realidad, la acción transcurre en el año 1972. Hace treinta y tres años que la guerra terminó; pero Josefina, temiendo que la conclusión de los combates se lleve de su lado a Benito, ha mantenido la farsa bélica, logrando a la vez que sus cuadros se coticen por auténticas millonadas en el mercado del arte. Obviamente, la situación no puede prolongarse indefinidamente, así que ha llegado el momento de que Benito sea informado sobre la verdad.

Con gracia y con magnífico dominio de los resortes teatrales, Alonso Millán pone en pie un argumento lleno de equilibrismos, en el que humor y tristeza, comedia y drama se van entrelazando para mantener el interés de los lectores. Y a fe que lo consigue.

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