Abrir un
libro comporta siempre establecer un acuerdo con la persona que lo ha escrito,
algo así como decirle sin palabras: “Voy a creerme lo que dices. Voy a aceptar
la textura de tus personajes. Voy a dejar en suspenso mi incredulidad. Tú
preocúpate de utilizar tu habilidad para ponérmelo fácil”. En suma, eso que los
especialistas llaman pacto narrativo.
Lo que sucede es que con ciertos autores dicho pacto resulta más trabajoso,
porque la materia literaria que tenemos ante los ojos puede resultarnos chocante
o compleja de asimilar.
La gran
escritora francesa Sidonie-Gabrielle Colette nos ofrece en El trigo tierno (que traduce José Ramón Monreal para Ediciones
Invisibles) una propuesta que, desde el punto de vista argumental, resulta
sencilla y fácil de resumir: las últimas semanas de un verano en el que Phil
(16 años) y Vinca (15), amigos o quizá enamorados, deben afrontar una situación
compleja para sus relaciones, porque el muchacho descubre el sexo visitando a
la subyugante señora Dalleray y no sabe cómo puede afectar esa pérdida de la
virginidad a su futuro con Vinca.
Hasta
ahí, es evidente, no hay problema alguno. Pero la situación se complica cuando
vemos el modo alambicado en que se expresan los dos adolescentes, con un
vocabulario muy rico y lleno de matices y con unos meandros psicológicos
elevadísimos. En ese punto, cabe la pregunta: ¿es creíble que dos púberes se
expresen (y sientan así)? Y también en ese punto hay que llegar a la conclusión
inmediata: “Sí, porque Colette así lo ha decretado”. Ella no sugiere que los
jóvenes hablen de esa forma, sino que nos dice que los suyos sí que lo hacen.
Aceptada esa premisa, la novela fluye con la habitual elegancia de sus
restantes libros. Y mi aplauso, desde luego, lo tiene.
Lo que ya
resulta menos plausible es que el traductor nos hable varias veces del “azul
delicioso” de las pupilas de Vinca (lo hace en la página 15, en la 19, en la
163 y en otras más). Cuánto daño ha hecho en la literatura española la
ignorancia anatómica de Gustavo Adolfo Bécquer, válgame Dios.
1 comentario:
¿El trigo verde? Creo que así era como conocía la obra, pero a parte de Gigi y las entregas de Claudine, no he leído nada más.
A Bécquer le perdonamos todo 😌💋
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