lunes, 13 de enero de 2020

Cosas que decidir mientras se hace la cena






Algunas personas, cuando se colocan ante el folio o ante la pantalla del ordenador y deciden construir una historia, se proponen (o necesitan) dibujarnos mundos lejanísimos, aventurarse por senderos inhóspitos o imaginar complicados argumentos situados en el pasado o en un futuro improbable. Pero otras parecen preferir (y creo que Maite Núñez se incluye en este grupo, por lo que leo en su magnífico volumen de cuentos Cosas que decidir mientras se hace la cena) los paisajes y las figuras más cercanos y más cotidianos: la diminuta cocina donde una mujer se plantea si formalizar ya su relación oficiosa de pareja; la aspiradora que se pasa sobre los restos de un pequeño desastre ocurrido en el hogar; el adolescente que recibe con desdén al padre divorciado que ha decidido emprender un largo viaje; la tristeza roja de una madre y una hija, atrapadas de forma casi inquebrantable en un local de alterne; las hermanas que se apoyan en los momentos menos boyantes; las argucias ópticas de una mujer que siente la necesidad de reunirse de nuevo con su pareja; la tentación de la infidelidad, que a veces acecha; las vecindades farragosas; los divorcios; el cáncer.
Son temas que, visitados narrativamente por miles y miles de escritores, parece ya imposible que ofrezcan novedades o sorpresas. Pero justo ahí emerge el brillo esperanzador e indiscutible de Maite Núñez, que sabe capturar y retener la atención del lector, emocionar con sus secuencias narrativas y convertir lo cotidiano en delicada belleza atemporal. “El plano de Londres”, “Miopía” o “Zona de sombrillas” son lecturas que tardaré mucho en olvidar, por la inteligencia, la luz y la humanidad que emanan.
Una maravillosa colección de relatos, que nos obliga a estar pendientes (ilusionadamente pendientes) de las futuras publicaciones de esta escritora.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Yo escribo cosas tan simples como cuando un chico minusválido de mi pueblo perdió sus gafas, cuando mi abuelo escondió en plena hambruna de postguerra un trozo de tocino salado para dárselo a su perro sobre cuando mi prima puso petardos en la tarta de bautizo de su hermana, y te monto un relato la mar de astuto 😂😂😂 No apostaría mucho por la calidad, pero paso muy buenos ratos.
Me pasa lo mismo con las lecturas, una gran historia siempre es la más sencilla.

Besitos 💋💋💋