Nada más
fácil para un escritor habilidoso y con experiencia que utilizar mimbres de su
propia vida para componer una narración novelesca; y nada más difícil que
contemplarse con ironía (y hasta con cierto sarcasmo) y desnudarse ante los
ojos del lector. Todo eso es lo que hace, con oficio y cachaza, el valenciano
Vicente Blasco Ibáñez en su novela El sol
de los muertos, donde nos habla de un escritor que ha obtenido fama
universal y que, a la edad de “sesenta y tantos años” posa su mirada en
Faustina, que apenas roza los diecinueve, y decide convertirla en su mujer.
Para
llegar a ese punto, Montalbo ha tenido que superar sus humildes orígenes, vivir
en París una juventud bohemia, perder a su abnegada esposa cuando la fama
comenzaba a llegarle, viajar por todo el mundo para promocionar sus libros y
saber protegerse de los interesados que se arriman a él para obtener beneficios
económicos y de las damas que no persiguen otra cosa que “figurar” junto al
escritor célebre. Al cabo, y aun sabiendo que la fama no es sino el triste sol
de los muertos (porque ilumina y calienta cuando ya no se disfrutan sus rayos),
decide vivir con plenitud este amor otoñal, por encima de las burlas sociales y
hasta de las críticas de sus hijos, que consideran la suya una actitud senil.
Un día,
Montalbo escucha a escondidas una conversación que le permite saber que
Faustina está enamorada, en realidad, de un chico de su edad; y tendrá que
tomar una decisión al respecto.
Novela
fluida, muy autobiográfica y sencilla, donde la muñeca de Blasco se mueve casi
por inercia para construir una narración solvente.
2 comentarios:
Bueno bueno bueno, has traído uno de mis autores favoritos,un valenciano de pro. En casa de mi padre creo que esta misma edición.
Beso 💋
También a Blasco Ibáñez lo leí de joven. Fue uno de los que acrecentó mi amor por la literatura y mis deseos de escribir bien. Gracias, Rubén.
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