sábado, 18 de enero de 2020

Rondó veneziano




En 1985, a la escritora Juana J. Marín Saura le nació entre los dedos un nuevo libro, que le publicó el ayuntamiento de Alcantarilla. Se trata de Rondó veneziano. En él se diluye la rima y se relaja ostensiblemente la métrica, adquiriendo las metáforas e imágenes que burbujean en sus páginas una densidad pasmosa. Los adjetivos se vuelven mucho más creativos (“plazas sonrientes”, p.40; “la lectura soleada del periódico”, p.43); e incluso alcanza la suficiente confianza poética como para jugar más arriesgadamente, utilizando algunos sustantivos como elementos adjetivadores (“manos golondrina”, p.23; “calendarios luciérnaga”, p.60).
Pero lo que más llama la atención es la cantidad de vocabulario que guarda relación con el mundo de la música, circunstancia nada extraña si tenemos en cuenta los estudios que la poeta realizó en el Conservatorio: pentagramas, acorde, Stradivarius, acordeones, compás, Albinoni, Mahler, claves de sol y de fa, flauta dulce, orquesta, adagio, sitar, clavicordio, concierto, diapasón, violín, notas o sinfonía son algunas de ellas.
Temáticamente, nos sigue hablando del dolor (“mi queja de pájaro exiliado”, p.17), del hondo desgarro que le procuró la separación de la persona amada (“Te dije adiós y las madrugadas se volvieron infinitas”, p.20) y de la constante memoria que esa persona le sugiere (“Y te aguardo, preguntando a las hojas de mis libros / por el paradero de tu suerte, / y te aguardo todos los segundos de mi vida, / todas las gotas de sangre que me forman, / todas las angustias que me oprimen, / y te aguardo como el perro fiel aguarda / la señal segura de su amo”, p.58).

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Se diluye la rima, se relaja la métrica. No necesito más.
Besitos 💋💋💋