Sigo con
mi apartado de relecturas para entrar en Contrapunto,
de Aldous Huxley, en la traducción de Lino Novás Castro (Círculo de Lectores,
Barcelona, 1966). Este magnífico texto sabe conjugar la técnica con el interés
narrativo de una manera portentosa, y modula un tejido social y psicológico de
incalculable riqueza: la inacción intelectual de Philip Quarles, el fascismo
ecuestre y algo fanfarrón de Everard Webley, la genialidad provinciana de John
Bidlake, el franciscanismo monetario de Burlap, la orfandad sentimental de
Marjorie Carling y muchas cosas más.
Los
parlamentos “filosóficos” mantenidos entre Philip, Rampion y Spandrell, que en
manos de otro autor aburrirían hasta el bostezo, en Aldous Huxley me siguen
gustando.
En suma,
un recorrido placentero y excitante por el universo de unos personajes (o
personas) que conmueven al lector.
Frases
que subrayó en mi primera lectura o que subrayo en la segunda: “Un fin noble
puede justificar medios vergonzosos. Pero cuando el fin es vergonzoso… ¿qué
decir?”. “Cuando no se ha experimentado el fervor religioso, el creer en Dios
no tiene sentido”. “La pintura es una rama de la sensualidad”. “Actualmente, la
juventud se halla aburrida y cansada del mundo antes de llegar a la mayoría de
edad”. “No puedo sufrir a los tontos de buena gana”. “La barbarie es inclinarse
de un solo lado. Se puede ser un bárbaro del intelecto así como del cuerpo […].
La ciencia nos está haciendo ahora bárbaros del intelecto”. “Cuesta tanto
trabajo escribir un libro malo como uno bueno; sale con la misma sinceridad del
alma del autor”. “La naturaleza es monstruosamente injusta. No existe
sustitutivo para el talento”. “En nuestros Parlamentos los derechos de la
topografía son más fuertes que los del buen sentido”. “Todo el mundo se
esfuerza por alcanzar la felicidad, y el resultado es que nadie es feliz”.
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