Cuando un
escritor nos propone un nuevo libro siempre nos está invitando a que lo
acompañemos en un viaje. Y mientras caminemos a su lado nos hablará de
personas, de sentimientos, de destinos, de muertes, de coincidencias, de
silencios y de atardeceres. Compartirá con nosotros su pan y su vino. Dejará
que nos asomemos (leve o profundamente) al brocal de su alma. Y nos autorizará
para considerarnos, de un modo vicario, sus amigos.
Santiago
Delgado (Murcia, 1949), que nos ha entregado tantos libros en prosa y en verso
durante los últimos treinta y ocho años, reúne ahora en un volumen muy generoso
sus experiencias viajeras por tres continentes bajo el título de Viajar y escribir. Y en sus páginas nos
encontramos con una oceánica cantidad de escenas literarias, asociadas siempre
al entorno donde se encuentra, que actúa como el detonante de la inspiración:
en Corfú recuerda a Nausícaa, justo cuando descubre el cuerpo de Odiseo en la
playa; en Creta le asalta la imagen del Minotauro, que nos explica en primera persona
sus intenciones y sus motivaciones; Canarias le trae el recuerdo de la estancia
que allí protagonizó Agatha Christie, pródiga en misterios y crímenes barrocos,
y su visita al museo de Benito Pérez Galdós, en cuyas obras no hay “una palabra
más hermosa que otra” (p.61); en Nueva York (que luego le ilustró Juan Bautista
Sanz) se encontró con el Empire State, con el río Carlos… y con el palacio de
los Vélez; escuchó hablar a Nefertiti en el Altes Museum de Berlín, con sus
labios “equidistantes de la elegante finura y la sensual morbidez” (p.135); nos
traslada desde Cerdeña la desafiante balada del bandido Calvisi; pone por
escrito el remanso de meditación, belleza y café capuccino que pudo disfrutar
en Milán (al que somos invitados los lectores); juega con la más lúdica
polimetría en el poema que dedica a la estatua ecuestre del rey Wenceslao en
Praga; o, por no desvelar todos los primores del volumen y dejar que sean los
demás quienes accedan a la maravilla de estos recuerdos, nos explica en la
página 281 la convicción lírico-insular de que “Ibiza es un haikú”.
Quienes
ya conozcan el estilo literario de Santiago Delgado no necesitan muchas
explicaciones más. Y quienes no, convocados quedan a aproximarse a este libro.
2 comentarios:
Ya me has liado con tu lingüística oséase palabrería 😅😅😅
Ahora voy a tener que leerlo también...
Besitos 💋💋💋
Gracias de oro, Rubén.
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