Termino un libro misceláneo de Fernando Savater, cuyo título
es Despierta y lee (Alfaguara,
Madrid, 1998), que me ha ocupado gozosamente a ratitos durante los últimos
días. Me divierto con él (este autor tiene una veta humorística de primer
orden, que dosifica con elegante sabiduría) y aprendo cosas. Además, vuelve a
llamar mi atención sobre algunos escritores (Voltaire, Jon Juaristi, etc) a los
que quisiera conocer con más profundidad. (Creo que el título de la obra,
formulado al revés, tampoco hubiera estado nada mal. Qué enorme cantidad de
libros para leer y qué pocos años para hacerlo. Qué avaricia, qué ansiedad, qué
gozo, qué frustración).
Lo que menos me ha cautivado son los análisis filosóficos
porque (insisto, como he hecho en varios lugares de este Librario) ni tengo una
base cultural ni terminológica adecuada para aprehenderlos. Es una lástima. Le
pongo voluntad y me acerco a algunos pensadores (Cioran, Platón, Schopenhauer),
pero termino con la sensación de haberme perdido una buena zona de su
pensamiento por mis carencias, que quizá ya sea tarde o demasiado fatigoso
subsanar.
Me ha hecho mucha gracia la definición kantiana de lo que es
el matrimonio: “Mutuo arrendamiento de los órganos genitales”. Madre mía. ¿Se
puede ser más energúmeno?
Tres citas para la reflexión: “Lo que a los hombres conviene
no es producir más cosas, sino más humanidad”. “Lo malo del que se toma en
serio a sí mismo es que ya no tiene ganas ni tiempo para tomar un poquito en
serio a nadie más”. “Cultura es la curiosidad por lo ajeno, no la celebración
maniática de lo propio”.
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