sábado, 7 de septiembre de 2019

Cartas a un joven novelista




Leer a Mario Vargas Llosa es placentero, esto no habré de negarlo (aunque no figure entre mis narradores predilectos). Pero no conviene incurrir en mitomanías divinizadoras, ni en éxtasis que traten de hacernos ver oro en todo lo que sale de la pluma (o del ordenador) de algunos escritores.
El librito Cartas a un joven novelista (1997) es una solemnísima tontuna. Para qué vamos a engañarnos con fórmulas de disculpa, elogios mendaces o genuflexiones hacia quien es (no cabe negarlo) uno de los grandes de la narrativa hispana del siglo XX. Ciento cincuenta paginitas, ampliamente engordadas con los trucos de la tipografía para decirnos que existe una forma de escribir novelas, y es fijándose mucho en cómo las han hecho otros, y tratando uno mismo de escribirlas. Para ese viaje no hacían falta alforjas de ningún tipo, ni peruanas ni españolas.
El volumen se lee, eso sí, con interés; y explica con gracia algunos pormenores técnicos de la novela. Pero poco más. Es como si un carpintero tratase de enseñar a un aprendiz el oficio explicándole lo que son un martillo, una gubia y un destornillador.
Un libro perfectamente bello y perfectamente inútil.

3 comentarios:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Me reafirmo en lo de "solemnísima tontuna" o como dice el refrán, cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo" 🙄

Besitos 💋💋💋

JOSÉ SANTANDREU dijo...

Hace tiempo que no lo leo. Pero "La tía Julia... Está entre mis 50 favoritas.

josé maría dijo...

Me encanta la sinceridad de tu crítica literaria. Con razón eres un escritor admirable y admirado.