Doy
conclusión a un libro excelente: El
sambenito, del novelista José Jiménez Lozano (Destino, 1972). De él había
tenido la oportunidad de leer su Relación
topográfica, que no me fascinó. Pero este libro de ahora es formidable. He
encontrado en él una prosa exquisita y unas maneras de narrador que me han
provocado aplausos internos. Ha sabido reproducir el lenguaje y hasta la
sintaxis inquisitorial con un primor inaudito. No se trata, ni mucho menos, de
otorgar una importancia menor al personaje de don Pablo de Olavide; pero
entiendo que lo más significativo y lo más literario del tomo es la manera en
que aborda la dicción de las cosas, la música íntima de la frase y del relato.
Estupendamente reflejado el ambiente de época, con la satanización de Voltaire
y la exacerbación de muchas idioteces religiosas.
¿Elementos
negativos del libro? Pues sin duda la infame aglomeración de torpezas
ortográficas, que manchan incomprensiblemente el libro. Por lo demás, un
auténtico sobresaliente. Ahora sí que estoy seguro de que seguiré leyendo a
este narrador abulense.
Transcribo
algunas de las frases que subrayado en el tomo: “Nadie conoce las noches de un
inquisidor”. “En realidad, no creemos en Dios, creemos en la Nada y tememos que
alguien nos la descubra, arrebatándonos el telón de Dios. Si creyésemos en Dios
realmente, el ateísmo sólo nos causaría risa o compasión”. “Muchos confunden la
verdad con la fama”. “Ya estoy reventando de síes. Ahora diré que no”. “El
hombre tiene que morir y este destino le absuelve de muchas locuras”.
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