Si
dijéramos que La caverna de las ideas
es una novela policíaca centrada en la Grecia clásica, donde aparece incluso
Platón como personaje, diríamos la verdad pero mentiríamos. Si dijéramos que La caverna de las ideas es un trabajo
sobre filosofía, psicología y pensamiento, mentiríamos pero diríamos la verdad.
Pocas obras podrán encontrarse más nítidamente
complejas que esta producción de José Carlos Somoza, donde se juega con la
emoción, con la intriga, con los debates filosóficos, con las sorpresas
argumentales; donde la obra se convierte en obra traducida y en traducción
novelizada; donde se nos invita a sumergirnos como personajes implicados dentro
de la trama exterior (o sea, interior) de los crímenes que se van produciendo;
y donde el autor demuestra un conocimiento amplio (yo diría que espectacular)
sobre las costumbres, vestimentas, comidas, rituales y topografías del mundo
helénico.
Y, por
supuesto, horrendos sucesos que van llenando de inquietud el ánimo de la persona
que lee: chicos que aparecen sin corazón, semidevorados por los lobos; jóvenes
disfrazados de mujer que han buscado la muerte apuñalándose de modo atroz a sí
mismos; prostitutas que viven atemorizadas por amenazas oscuras; escultores que
participan en rituales orgiásticos de resonancia; enigmáticas sectas que se
entregan a rituales macabros; esclavas con la cara deformada que esconden
rencorosas pulsiones criminales… Y, como hilos vertebradores de todo este
conjunto de teselas, dos personajes inolvidables: Heracles Póntor (el
Descifrador de Enigmas) y Diágoras (maestro en la Academia de Platón).
Novela
densa. Novela rigurosa. Novela inteligente. Novela que plantea exigencias al
lector. Novela admirable.
1 comentario:
Chiribitas me están haciendo los ojos de leerte, algo de salivacion y nerviosismo generalizado.
Lo necesito o moriré entre terribles sufrimientos, a lo mejor no tanto, pero varios retortijones me darán 🤫🤗
Besitos 💋💋💋
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