sábado, 19 de enero de 2019

Caminos de otoño



Cuando apenas tenía 28 años, José Ignacio Nájera (Xauen, 1951) se fue a vivir a Murcia, y allí se dedicó a impartir clases de filosofía. Comenzó su andadura con la publicación de algunas novelas, como Olvídate de Alcibíades o Hermanos mayores; y luego obtuvo (en medio de una sonora polémica) el premio Pío Baroja por su obra El enfermo epistemológico (1991). Pero hoy lo traigo a esta página por Caminos de otoño, el ensayo que le publicó la Editora Regional de Murcia tras haber obtenido con él el premio Miguel Espinosa.Nájera, camuflado bajo la piel de un librero que toma nota de sus ideas para entender mejor el mundo (y para entenderse mejor en él), se planta inflexible ante los filósofos más conspicuos, ante las ideologías, las religiones, la Historia, los grandes santones culturales, los poetas, los cineastas, las Torres Gemelas, el fundamentalismo, el racismo o la política nacional; y a todos los somete a la más dura de las pruebas: la del análisis inteligente y desprejuiciado, huérfano de tabúes. Así, liberado de cortapisas que condicionen el rigor de su pensamiento, Nájera se negará a la comodidad confortable de las creencias trascendentes, y nos dirá que la religión es “la locura que saca de la locura” (p.11); se pondrá cartesiano (en su variante alicaída) y nos comunicará que la última certeza absoluta del ser humano es “Pienso, luego muero” (p.79); se negará a una posible adscripción ideológica inocente, afirmando que “la Historia ha dado ya tantas vueltas que nos ha dado tiempo a ver el crimen en todos los puntos cardinales” (p.147); descreerá inflexible de los políticos y concluirá que “nadie que detente el poder evoluciona desde sí mismo” (p.180); o, en fin (y no agoto, ni mucho menos, el catálogo de sus zarpazos), jugará a la boutade diciendo (y lo dice en serio, y lo argumenta) que “la defecación y el parto son los dos actos más parecidos que hay” (p.103).

En suma, una propuesta ideada para lectores inteligentes y con ganas de pensar, que estén dispuestos a despojarse de todo prejuicio antes de entrar en el tomo, y que saldrán del volumen pletóricos, liberados y excitados desde el punto de vista intelectual.

2 comentarios:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Yo y mis delimitadores prejuicios 🤨 no se si podría comenzar la lectura sin ellos...prejuzgaré seguro 🙄

Besitos 💋💋💋

josé maría dijo...

Coincidí en el Instituto con Nágera y fuimos excelentes compañeros. Descubrí dos tipologías de filosofía, la suya y la mía. Y como el amor al saber es universal, convivimos en perfecta armonía. Un buen recuerdo,