Todo
está a punto de saltar por los aires en esta tercera entrega de “Las crónicas
del parásito”, de César Mallorquí. Quienes leímos los dos primeros tomos,
titulados La estrategia del parásito (https://rubencastillo.blogspot.com/2025/08/la-estrategia-del-parasito.html) e Instrucciones
para el fin del mundo (https://rubencastillo.blogspot.com/2025/09/manual-de-instrucciones-para-el-fin-del.html) nos quedamos con el pulso alterado y con el corazón encogido viendo cómo la
IA llamada Miyazaki iba extendiendo sus tentáculos por Internet. Al principio,
lo hizo de forma invisible, aparentando no existir; pero en los últimos meses
da la impresión de que los camuflajes no le preocupan. Su poder es tan fastuoso
que los disimulos ya no forman parte de su estrategia. Movido por el afán de
controlar el mundo y eliminar de él a los seres humanos, sus estrategias se han
vuelto horripilantes: empieza a matar a todos los hackers que se oponen a su
despliegue; ha logrado que un laboratorio desarrolle una bacteria llamada
Sokaris, cuyo índice de mortalidad es del 100%... ¿Cómo oponerse a semejante
monstruo, cuya inteligencia supera a toda la raza humana?
Para
descubrir el final de la historia, aquí tenemos La hora zulú, un cóctel
narrativo lleno de sorpresas y adrenalina, en el que asistiremos a
persecuciones a toda velocidad, entrenamientos militares, mafias rusas, robots
que ponen los pelos de punta, disparos imposibles, emboscadas nocturnas,
explosiones, virus informáticos de última tecnología y, sobre todo, el aroma
inquietante que dejan en el ánimo del lector las últimas páginas, cuyo secreto
no me permitiré ni siquiera insinuar.
Si quieren ustedes enganchar a un adolescente al mundo de los libros y están dudando qué autor elegir, César Mallorquí siempre ha sido una apuesta segura. Pero lo de esta trilogía, créanme, supera todo lo imaginable en cuanto a capacidad magnética. Apúntenselo y regálenla para cumpleaños, para santo, para aplaudir notas de la primera evaluación, para Navidades o, como decían los publicistas de aquellos bombones, porque hoy es hoy. Triunfarán.
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