lunes, 29 de septiembre de 2025

El inquilino

 


Prepárense, como lectores, para asistir a un juego narrativo que les exigirá su participación; una atención meticulosa, despierta, y que, en sus líneas finales, pondrá a prueba su capacidad para el asombro. Estamos en una universidad de Estados Unidos, donde trabaja como profesor un lingüista llamado Mario Rota. Es un hombre que, pese a practicar deporte, bebe quizá demasiado, que no desempeña una labor investigadora especialmente notable (lleva tres años sin publicar ningún trabajo de su especialidad, la fonología), que mantiene un vínculo emocional poco atento con su compañera Ginger (con quien se muestra más distante que cariñoso) y que tampoco es el vecino ideal (Nancy se queja de que la espía y molesta con sus impertinencias). Scanlan, su superior jerárquico en la universidad, no se encuentra satisfecho con su actitud. De ahí que aparezca en el campus un personaje llamado a revolucionar la situación: Berkowickz. Viene precedido por una intensa fama como investigador, ocupará la vivienda de Nancy (es decir, será el nuevo vecino de Mario Rota)… y se le adjudican algunos de los cursos del protagonista, que verá así mermado su horario y su sueldo. Pero eso no es todo: Ginger, harta de la actitud fría de Mario, decidirá acercarse (desde el punto de vista profesional, pero también sentimental) a Berkowickz. Con lo cual se consuma el terremoto: el mundo de Mario se ha puesto patas arriba. Y las insinuaciones de Scanlan acerca de su posible despido terminarán de erosionar su dignidad.

Esta novela, que parece presentarnos fundamentalmente un conflicto laboral y emocional, ejecutará un giro sorprendente en las páginas finales, ante las cuales les prevengo: presten mucha atención. No den nada por sentado. Desconfíen. Y lean con lentitud, fijándose muy bien en los detalles. La “teoría” que ustedes hayan desplegado acerca de la historia tendrá que sufrir modificaciones y se verá sometida a prueba. Pero les aviso también de otra cosa: van a disfrutar el relato de manera constante, porque la narrativa de Javier Cercas absorbe, impregna y deslumbra. Ya lo verán.

No hay comentarios: