Cuando
tengo que “explicar” por qué me gusta tantísimo un escritor (lo que me ocurre alguna
vez al cabo del año) los dedos se me quedan congelados sobre las teclas. Y la
causa es fácil de resumir: porque soy más lector que crítico. Puedo,
evidentemente, condensar mi alborozo en un grupo de palabras, pero siempre que
procedo de esa forma experimento un desagrado casi orgánico: mi corazón de
lector se rebela y me recuerda que “explicar” es una extraña mezcla donde se
funden los verbos “empobrecer” y “mentir”. Y que, además, no se puede explicar
el deslumbramiento. Mi antiguo profesor Pepe Perona aseguraba (https://rubencastillo.blogspot.com/2022/09/espejos-de-una-biblioteca.html) que “el esplendor no se somete a votación. Existe”. Pues eso, ya está, no le
demos más vueltas.
Ahora
acabo de terminarme los cuentos espectaculares de Un lugar mejor, donde
vuelvo a sentir una intensa fascinación, rayana con la embriaguez, por dos
elementos. El primero, su precisión y su belleza formales (hay escritores cuya
prosa es muy bella y otros cuya prosa es sumamente precisa: en el caso de Pedro
Ugarte, lo fascinante es la conjunción armoniosa de ambos extremos); el
segundo, la conmovedora hondura con la que analiza a sus personajes; es decir,
a los seres humanos. Cada uno de estos relatos es una joya inolvidable y, todos
juntos, el collar de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes o el de
Julia Roberts en Pretty Woman.
Les
podría explicar también que, en sus páginas, van a encontrarse con familias
erosionadas por la desgracia, con oficinistas mancillados por la grisura, con
inquietantes y autoritarios millonarios británicos, con parejas sacrílegas, con
gatitos inesperados, con hijos que consuelan a padres al borde del hundimiento,
con grupos de amigos que se disuelven agónicamente. Pero, pensándolo mejor, es
casi preferible no decirles nada más, porque les estaría facilitando “datos”, y
lo que quisiera transmitir es otra cosa: que, volviendo a usar la frase de mi
maestro Pepe Perona, los libros de Pedro Ugarte son esplendor. Y que, gracias a
Dios, existen.
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