lunes, 20 de enero de 2025

Un lugar mejor

 


Cuando tengo que “explicar” por qué me gusta tantísimo un escritor (lo que me ocurre alguna vez al cabo del año) los dedos se me quedan congelados sobre las teclas. Y la causa es fácil de resumir: porque soy más lector que crítico. Puedo, evidentemente, condensar mi alborozo en un grupo de palabras, pero siempre que procedo de esa forma experimento un desagrado casi orgánico: mi corazón de lector se rebela y me recuerda que “explicar” es una extraña mezcla donde se funden los verbos “empobrecer” y “mentir”. Y que, además, no se puede explicar el deslumbramiento. Mi antiguo profesor Pepe Perona aseguraba (https://rubencastillo.blogspot.com/2022/09/espejos-de-una-biblioteca.html) que “el esplendor no se somete a votación. Existe”. Pues eso, ya está, no le demos más vueltas.

Ahora acabo de terminarme los cuentos espectaculares de Un lugar mejor, donde vuelvo a sentir una intensa fascinación, rayana con la embriaguez, por dos elementos. El primero, su precisión y su belleza formales (hay escritores cuya prosa es muy bella y otros cuya prosa es sumamente precisa: en el caso de Pedro Ugarte, lo fascinante es la conjunción armoniosa de ambos extremos); el segundo, la conmovedora hondura con la que analiza a sus personajes; es decir, a los seres humanos. Cada uno de estos relatos es una joya inolvidable y, todos juntos, el collar de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes o el de Julia Roberts en Pretty Woman.

Les podría explicar también que, en sus páginas, van a encontrarse con familias erosionadas por la desgracia, con oficinistas mancillados por la grisura, con inquietantes y autoritarios millonarios británicos, con parejas sacrílegas, con gatitos inesperados, con hijos que consuelan a padres al borde del hundimiento, con grupos de amigos que se disuelven agónicamente. Pero, pensándolo mejor, es casi preferible no decirles nada más, porque les estaría facilitando “datos”, y lo que quisiera transmitir es otra cosa: que, volviendo a usar la frase de mi maestro Pepe Perona, los libros de Pedro Ugarte son esplendor. Y que, gracias a Dios, existen.


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