Que
un libro goce de la presentación de una carta de la académica Carmen Conde y de
un prólogo de Dionisia García ya nos adelanta que tenemos que interesarnos por
él: es imposible que dos figuras egregias se unan para bautizar una nadería. Y,
en efecto, las veintiséis narraciones que pueden encontrarse (y degustarse) en
el interior de El oriente y más relatos, de la maravillosa Marisa López
Soria, son tan breves como deliciosas. Las ilustraciones de Isidro Juan Ferrer
Soria ayudan también a la configuración de esa atmósfera imaginativa.
Marisa
nos propone un chisporroteo de juegos visuales y de anécdotas sonrientes que te
mantienen adherido a las líneas de la obra. Así, por ejemplo, nos dice que “los
humanos tendréis entre ciento cincuenta y trescientas pestañas en el párpado
superior y aproximadamente ciento treinta en el inferior” (p.35). Casi dan
ganas de ponerse delante del espejo y constatar (si nos lo permite la risa) lo
acertado o erróneo de dichas cifras. Pero que nadie se llame a engaño,
esperando solamente cuentos amables, divertidos o infantiles: historias tan
duras como la titulada “De corazón”, protagonizada por un cardiólogo en crisis
que sufre una brutal paliza, vulneran ese estereotipo.
El lenguaje de la autora, siempre tan eficaz, es aquí asombrosamente sencillo y, a la vez, está cruzado por hallazgos estilísticos de primera magnitud, que permiten realizar lecturas con distintos niveles de profundidad. Es el privilegio de quienes escriben como los ángeles.
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