Gozosamente,
una novela puede comenzar siendo (o mostrando, o pareciendo) una cosa y
culminar de otra bien distinta. En esas ocasiones, el lector disfruta de un
giro, de un punto de inflexión, de un quiebro, que le regala dos
historias distintas, consecutivas o complementarias. Yo he tenido la suerte de
encontrar en Tú y yo, de Niccolò Ammaniti, uno de esos libros, gracias a
la traducción que Juan Manuel Salmerón realiza para el sello Anagrama.
Durante
su primera mitad he ido conociendo a Lorenzo, un adolescente de familia
adinerada, que vive pegado a las faldas de su madre (Arianna). Durante su etapa
infantil ha conseguido “encajar” entre sus compañeros de colegio, fingiendo
interés por el fútbol y participando de algunas actividades colectivas; pero
cuando ha accedido a la enseñanza secundaria en un centro público se ha sentido
en el infierno (con esa palabra lo define), contando los minutos que faltan
para que toque el timbre de salida y siendo consciente de “que los amigos
enseguida nos olvidan, que las chicas son malas y se ríen de nosotros, que el
mundo de fuera no es más que lucha y violencia”. Tras generar una situación
embarazosa (sus padres creen que ha sido invitado a pasar unos días en la nieve
con sus compañeros de clase), Lorenzo se las ingenia para ocultarse en el
sótano de la vivienda, donde se dispone a pasar una semana con los víveres que
tiene a su disposición. Hasta aquí, como se puede observar, nos hallamos ante
una historia neurótica, en la que se nos retrata a un personaje introvertido,
que adora la soledad y el silencio.
Pero,
de pronto, se presenta en dicho sótano un segundo personaje: su atractiva
hermanastra Olivia. Para su sorpresa, la muchacha muestra un físico devastado,
y pronto Lorenzo entenderá que se encuentra enganchada a las drogas y cercana a
las llamaradas del síndrome de abstinencia. El chico comprende que no puede
seguir dentro de su concha de forma inmisericorde: son hermanos por parte de
padre; y ella necesita ayuda.
Con
este interesante planteamiento dúplice, Ammaniti construye una historia muy
sugestiva, llena de aciertos psicológicos, que nos invade con su prosa sencilla
y convincente, donde no faltan escenas inolvidables (el encuentro entre Lorenzo
y su abuela moribunda) ni tampoco pinceladas de humor o tristeza.
Me apunto el nombre del autor, para intentar repetir con otro de sus libros.
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