Leer Pasiones pasadas,
como leer cualquier libro de artículos de Javier Marías, es un auténtico gozo
para mí. Ya creo haberlo dicho en anteriores reseñas de este Librario Íntimo:
su forma de abordar los temas, los enfoques y la escritura misma suelen provocar
mi aplauso. Y también ha ocurrido con este volumen, aunque no se me escapa que
su condición de obra “juvenil” (en la contraportada se indica que fue el
primero de sus libros de este género) provoca que en su interior palpiten algunos
escritos menores o de más defectuosa factura. En este bloque último, no
demasiado extenso, me parece que deben ser incluidos los trabajos “Deseo ser
protegido” o “Desalmadas de pensamiento”: en el primero, para protestar contra
las absurdas prohibiciones que aquejan a los fumadores en la sociedad actual,
esgrime el argumento de que también deberían redactarse leyes contra los dueños
de perros, los mochileros y otros colectivos, logrando con sus ejemplos
absurdos que el escrito (con cuyo espíritu me muestro conforme) quede
contaminado de una frivolidad innecesaria, que resta fuerza a la argumentación;
en el segundo, se permite concluir sobre lo que piensan (y cómo lo hacen) todas las mujeres, generalización banal
impropia del escritor madrileño.
Con el resto he disfrutado mucho más: las que dedica a los
retratos de Juan Benet o Luis Antonio de Villena; el dibujo entre artístico y
familiar que dedica a su tío, el cineasta Jess Frank; la forma en que recuerda
su etapa como profesor en la universidad de Oxford (y el extenuante manojo de
llaves que debía portar siempre encima); o las estupendas aproximaciones que
realiza a las ciudades de Madrid y de Barcelona, que tan bien conoce… En cuanto
al largo texto con el que se abre el tomo, qué decir: un maravilloso recorrido
por las costumbres, paisajes, zonas y arte de la ciudad de Venecia, con el
añadido morboso de recordar que un joven escritor tomó “deslealmente” un buen
número de “imágenes, anécdotas y frases casi literales” para incorporarlas “a
una atolondrada novela suya que le valió un llamativo premio”. Es tan fácil
descubrir de quién se trata que ni merece la pena recordarlo.
Un tomo inteligente, culto y de gran atractivo literario, con el que aumento de forma alegre mis lecturas de Javier Marías.
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