viernes, 20 de agosto de 2021

El resplandor


 

En los últimos años he visto dos o tres veces la película El resplandor, de Stanley Kubrick; así que he querido comprobar hasta qué punto la novela homónima de Stephen King lograba (o no) provocarme las mismas sensaciones de horror, inquietud y desasosiego. Por eso, he dedicado unos días a visitar las instalaciones del hotel Overlook y a familiarizarme con los personajes de Jack Torrance, el receptivo Danny, la valerosa Wendy, el señor Hallorann o el sinuoso espectro de Grady.

He tenido, evidentemente, que “reajustar” mi cabeza para situarme en el mundo creado por King, sin que las imágenes de Nicholson, Duvall o Crothers actuaran como elementos de distorsión. Yo quería leer la historia original de Stephen King. Y eso he hecho, a pesar de que en ella muchos elementos (muchísimos) resulten diferentes a los mostrados en la película de 1980. En la novela no se encuentra la escena del bate de béisbol por las escaleras, ni Torrance rompe puerta alguna con un hacha, ni Wendy se pasa media historia lloriqueando… A cambio, he tenido la alegría de encontrarme con unos personajes densos, fuertes­, psicológicamente muy bien trabajados, y con secuencias de auténtico espeluzno. Además, he leído con auténtico placer los delicados matices que tiene la relación mental entre el cocinero Hallorann y el niño Danny; la brava entereza que muestra siempre Wendy (capaz de luchar físicamente con su marido para defender a su hijo, soportando incluso la rotura de varias costillas); o la siniestra eficacia de algunas escenas, mejores en la novela que en la versión cinematográfica (las figuras vegetales del laberinto que cobran vida, el señor Grady charlando con Torrance, el “despertar” que experimenta éste cuando está a punto de matar a Danny con un mazo de roque, etc).

Pero, sobre todo, reconozco que lo más gratificante para mí ha sido comprobar la manera en que el escritor de Portland construye el pasado (y con eso explica el presente) de sus personajes: los problemas laborales y alcohólicos de Jack, la turbia relación de Wendy con su familia, la fractura de brazo que Danny soportó tras un acceso de furia de su padre, etc. Sin esos ingredientes, la obra sería tan sólo una novela de terror. Con ellos, es una magnífica novela.

Stephen King me ha vuelto a convencer de su maestría con esta obra.

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