martes, 10 de agosto de 2021

Fábulas

 


Si cierro los ojos puedo recordar perfectamente el grosor y la textura del tomo de fábulas que leía cuando era niño; y hasta el dibujo de una figura humana que adornaba su esquina inferior derecha. Ahora, acudiendo a la biblioteca Gredos, leo una edición de las Fábulas (ahora sí, completas) de Esopo, que me permite recordar muchas de las que me entusiasmaron hace cuarenta y cinco años, amén de conocer las restantes. Y en todas ellas aprendo algo: el águila y la zorra me dan a conocer los peligros de traicionar una amistad; la zorra y el mono me iluminan sobre los peligros de la vanagloria (“Los mentirosos alardean más cuando no tienen quien los desmienta”); el león y el ratón me muestran que no existe la ayuda pequeña; y el águila, la liebre y el escarabajo me explican claramente que no se debe despreciar a ningún enemigo, por insignificante que pueda antojarse.

La lectura de este volumen, agradable y sabio, me refresca las historias de la zorra y las uvas (“Están verdes”), la condena de la glotonería que incluye el episodio de las moscas y la miel, la precaución que debemos desplegar ante los elogios interesados (el cuervo y la zorra), los peligros que encierra el exceso de confianza (la tortuga y la liebre) o, en fin, la vieja historia de Pedro y el lobo, que Esopo nos relató con el título de “El pastor bromista”.

Literatura candorosa, moralizante y siempre fresca, que el viejo esclavo heleno me vuelve a poner en las manos.

No hay comentarios: