lunes, 22 de marzo de 2021

Límites y progresiones

 


Quinto Horacio Flaco escribió, allá por el siglo I a.C., acerca de la importancia de dejar por escrito las palabras, para que éstas permaneciesen. Y el poeta José María Cumbreño acaba de hacer suya otra vez la inteligente advertencia (Scripta manent) y ha entregado a los lectores el volumen de notas que fue tomando durante los años 2007 y 2008 bajo el título de Límites y progresiones, cuya justificación íntima se encuentra consignada en la página 296: “No se trata de hacer una relación de objetos perdidos, sino de hacerla antes de que se pierdan”. Exacto. Ahí está el asunto.

Advertimos en este generoso tomo un gran despliegue de confidencias, guiños, relatos domésticos, anecdotario de sus hijos, su peculiar boda con Chose, las mezquindades de ciertos bancos que acosan a su mujer para que afronte las deudas de su exmarido, la triste paciencia de Manu mientras espera a su padre (que no siempre viene a recogerlo), las enfermedades de los niños (fiebre, mocos y Dalsy), los curiosos destinos que sacuden sus obras (que pasan de no ser premiadas en un certamen en el que tenía puestas sus ilusiones a ser pretendidas por varias editoriales a la vez), sus experiencias iniciales como editor fervoroso y casi artesanal, sus reflexiones sobre el triste aislamiento cultural en que vive Extremadura…

Es decir, vida anotada, palpitación de instantes que la tinta salvaguarda de la erosión del olvido, álbum de hojas verdes (no secas) y pétalos en los que aún brillan la frescura y el aroma. Todo eso es lo que nos ofrece este agradable, intenso y variado libro. Búsquenlo y háganse con él.

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