Continúo
explorando libros que en su día participaron en el premio Setenil, de Molina de
Segura; y descubro una pequeña joya que se titula Limones dulces, de la
que es autora la valenciana Marian Torrejón (Libros Certeza, 2012). Esta
colección está integrada por catorce relatos no demasiado extensos, pero sí muy
intensos, donde se aborda un abanico muy sugerente de temas: crónicas de los
primeros años de instituto, con las dudas sobre el futuro, los amores iniciales
o los profesores difíciles de olvidar (“Limones dulces”); la digna elegancia
solitaria del militar que se viste con sus mejores galas para asistir en su
senectud a la boda de una sobrina (“El fajín del general”); la tensa espera de
una esposa, llena de revelaciones amargas, mientras operan a su marido (“Eso no
es nada”); un grupo de ancianos que se reúnen al sol para charlar de sus temas,
mientras el tiempo va erosionando el número de sus componentes (“Kaputt”); el
empleado de banca que se llegó a embelesar con el brillo del oro inmobiliario y
que abandonó su puesto de trabajo justo cuando estaba a punto de iniciarse la
debacle de aquel mundo artificial de especulaciones (“Crisis”); o las crudas
historias invisibles que se pueden observar en el interior de un hospital (“Dos
salas”) o desde la rendija entreabierta de un baúl (“El cuaderno esmeralda”).
El pulso narrativo de Marian Torrejón, si he de pronunciarme con estas noventa páginas en la mano, es admirable. Así que procuraré localizar otras obras suyas en el futuro: su forma de organizar las tramas y su empleo del lenguaje me han parecido muy prometedores.
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