lunes, 17 de abril de 2023

Territorio desconocido

 


Los químicos lo llaman límite de saturación; los matemáticos aluden al punto de inflexión; y los demás mortales, aunque quizá no le adhiramos ninguna etiqueta especial, sabemos de sobra lo que es: ese instante en que ya no podemos más; esa gotita que desborda nuestro vaso; esa palabra o acción que, sumándose a las anteriores, nos provoca el llanto o nos quiebra. Nadie está a salvo de ese tipo de asechanzas y maldades. Nadie (aunque cada persona disponga de un nivel de resistencia propio) es inmune. Todos somos vulnerables. Como lo es el joven Tomás Valverde, un chico gordito y torpe que recibe las burlas de la mayoría de sus compañeros desde la infancia. Ese cerco, que en otros provocaría tristeza o amargura, es recibido por él con sonrisas y tolerancia: es un niño que tiende a la nobleza. Pero un día, por una serie de circunstancias externas que descubrirán con asombro y escalofrío las personas que lean estas páginas, Tomás (“Tomasón”) se convierte en objetivo de un enredo cruel, que pronto adquiere dimensiones corales a través de Instagram, que lo romperá en dos y lo impulsará a adentrarse por un camino en el que no parece haber vuelta atrás. La desasosegante idea de que, una vez cruzada la línea de la máxima humillación, todos ingresamos en un territorio desconocido de la mente se erige en columna vertebral de esta intensa narración.

Pero no todo el esplendor de este libro se condensa en su línea argumental: Luis Leante, escritor musculoso, utiliza un procedimiento técnico muy elegante y muy eficaz, con tres planos narratológicos perfectamente delimitados y perfectamente manejados: unos monólogos declarativos en primera persona (actualidad), unos diálogos entre los diferentes protagonistas (pasado) y una voz externa que aúna y vertebra todo lo anterior (narrador). El resultado de esa amalgama de tiempos y perspectivas es una pieza magistral, de tono impoluto y altísimo vigor literario, con la cual el escritor caravaqueño ha obtenido por tercera vez el premio Edebé, sedimentando así su posición en el actual Olimpo de los narradores juveniles españoles.

El éxito está garantizado.

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