viernes, 7 de abril de 2023

Orden

 


La mayor parte de los seres humanos (no me atrevería a decir que todos, porque somos tan hermosamente diversos como variopintos) necesita un sistema de referencia en el que insertar su vida, un cosmos que le dé equilibrio y que fije los límites. Puede ser una familia, una religión, un sistema de gobierno, un trabajo, una rutina de vacaciones, un vecindario… o la combinación de varios de esos factores ambientales. Y dentro de ese sistema de coordenadas nos movemos con una cierta calma (o con una calma cierta: que cada cual elija el orden que prefiera de sustantivo y adjetivo). Pero, en ocasiones, irrumpe en ese cosmos un chirrido, un elemento extraño que lo enrarece o distorsiona, que lo fragmenta o anula: una persona inesperada, un suceso catastrófico, un vuelco traumático.

Las siete situaciones (las siete historias) que componen Orden, de la zamorana Victoria Pelayo Rapado, nos aproximan con talento indiscutible a esos estados anómalos, a ese cosmos convertido en caos; y nos deja que contemplemos la manera en que sus personajes reaccionan ante la disrupción. A veces, se tratará de una conversación incómoda, escuchada antes de que se produzca un accidente en la carretera; a veces, será una sospecha inquietante, que aumenta conforme pasan las horas de unas vacaciones en Cartagena de Indias; a veces, el desasosiego se manifestará en forma de inquilino maniático, que impone sus rarezas de forma tan gradual como imparable; a veces, se manifestará con el advenimiento de una moderna, ruidosa y maleducada vecina, que agita las calmadas aguas hogareñas de una mujer tranquila. Cada una de esas zozobras provoca (doy fe) un cenagoso desasosiego en el ánimo de la persona que está leyendo el relato, porque la autora no solamente sabe escribir (flaco elogio le tributaría, si me quedase en esas meras palabras), sino que sabe contar. Es decir, que imprime el ritmo, y las velocidades, y la densidad, y la textura, y el color que cada situación requiere, convirtiéndolas en diamantes narrativos.

Siempre he opinado que escribir bien no consiste en respetar la sintaxis militar del idioma o en someterse a las normas ortográficas y gramaticales, sino en ser capaz de construir textos cuya arquitectura y cuya música conmocionen a quien lee. Victoria Pelayo Rapado lo consigue, sin lugar a dudas. Magistral.

No hay comentarios: