domingo, 23 de abril de 2023

Si esto fuera una novela

 


En ocasiones, en muy raras ocasiones, ocurre que durante el viaje que realizamos por un libro se hacen verdad las palabras estremecedoras de Walt Whitman: “Lector, no estás leyendo un libro: estás tocando a una persona”. Y esa sensación poderosa, cálida, melancólica, cercanísima, me ha asaltado mientras devoraba (lo he hecho dos veces en apenas diez días) Si esto fuera una novela, de Pilar Galán (De la luna libros). Y por eso mismo no voy a entrar a discutir si se trata de una “novela”, de una “colección de recuerdos” o de “diapositivas narrativas”, porque la potencia literaria de este tomo aúna todas las etiquetas y las supera, logrando que sus líneas se graben a fuego en el corazón de la persona que está leyendo. Yo, concretamente, no recuerdo ningún otro volumen que me haya impresionado tanto en mis últimas dos décadas como lector. Así de radical. Así de claro.

Esa sensación vívida, burbujeante, me impregnó desde las primeras páginas, en las cuales la escritora extremeña manifiesta su renuencia a escribir este libro, su tristeza profunda por la muerte de sus padres, su languidez, sus añoranzas, su rememoración de episodios infantiles y adultos (hospitalizaciones, vaciado de la casa familiar, crecimiento de los hijos, constatación de que todo parece volver en forma circular o mágica). La mirada se queda suspendida en el vacío y acuden las imágenes del ayer, recortándose entre la niebla gracias a las palabras, que nos ayudan a entenderlas. Y está la vieja colección de recetas de cocina de la madre (dieciséis instrucciones); y la tristeza inútil de la niña Pilar bordando en clase de costura, rodeada de monjas ásperas; y sus dos hermanas, que la acompañan en un bloque casi chejoviano a la hora de buscar una residencia para la madre; y las mentiras inofensivas de la niña que fue francesa durante un rato, ante un público perplejo y dócil; y el columpio blanco que a lo mejor sí que era un astronauta; y los patos, que se fueron nadando libres y no volvieron jamás, pero que provocaron las lágrimas de sus dueñas; y una vida que se llena de literatura, o al revés, o las dos cosas, porque las fronteras nunca están claras cuando nos quedamos en silencio.

Créanme: no se puede resumir este libro, porque cualquier sinopsis incurriría en la torpeza y en la traición. Si esto fuera una novela es una cajita de oro puro, un cofrecito de memoria, un arca de vida bellísimamente rememorada. Acéptenme el consejo y acudan a sus páginas. Me lo van a agradecer siempre.

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