Tras
haber reseñado hace ya un tiempo el primero de los Episodios Nacionales del gran novelista canario Benito Pérez Galdós en este Librario íntimo (https://rubencastillo.blogspot.com/2019/10/trafalgar.html), me
sumerjo en la segunda entrega de la serie con la intención de ir comentando las
cuarenta y seis, gradualmente y sin permitir que pasen los años entre una y
otra.
Vuelvo
así a encontrarme con Gabriel de Araceli, quien a sus dieciséis años, “sin
oficio ni beneficio, sin parientes ni habientes”, se encuentra en Madrid al
servicio de la cómica Pepita González y enamorado de una modistilla llamada
Inés. Por la capital circulan dos rumores sobre los que todo el mundo
manifiesta una opinión: de un lado, el inminente paso de Napoleón Bonaparte por
España, camino de Portugal, país que intenta anexionarse; del otro, las
turbulentas relaciones que parecen tener los reyes españoles con el joven
príncipe, rebelde, sumiso o traidor, según las fuentes consultadas. En ese
mundo de poderes avariciosos y de torpes mandatarios insaciables (“Esa gente de
arriba es muy ambiciosa, y hablando mucho del bien del reino, lo que quieren es
mandar”, cap. X), Gabriel se verá envuelto en la sorda rivalidad entre Amarante
y Lesbia, dos nobles que no se recatan a la hora de incurrir en bajezas,
traiciones y celadas, con tal de afianzar su posición y eliminar, incluso
físicamente, a la oponente. Amaranta, con astucia, consigue atraerse la
voluntad de Gabriel, al que promete elevar social e incluso económicamente;
pero cuando el infeliz muchacho deduce lo que de él se espera (que tribute
hacia la dama una inquebrantable fidelidad perruna y que espíe para ella)
abandona su servicio con prontitud, antes de embarrar su honor (“Cierto que
quiero llegar a ser persona de provecho; pero de modo que mis acciones me
enaltezcan ante los demás y al mismo tiempo ante mí, porque de nada vale que
mil tontos me aplaudan, si yo mismo me desprecio”, cap. XIX). Y todo ello a
pesar de que la poderosa dama (la cual “hizo que Goya la retratase desnuda”,
según se nos dice en el cap. XXIII) le podría facilitar la vida.
Con la
minuciosa atención de siempre, Galdós registra con todo detalle (y nos presenta
con inigualable prosa) costumbres, calles, vestimentas, decoraciones palaciegas
o suburbiales y protagonistas (grandes y pequeños) del siglo XIX español,
ofreciéndonos un fresco multitudinario e impagable de la época. También reitera
sus bien conocidos amores literarios por William Shakespeare (del que se
representa la obra Otelo en la parte final de la novela, con un Isidoro
Maiquez totalmente fuera de sí) y por Miguel de Cervantes (creador del singular
personaje don Quijote de la Mancha, quien “tenía alas para volar, ¡pobrecillo!,
lo que le faltaba era aire en que moverlas”).
Una novela amena, inolvidable, fresca todavía, llena de curiosidades y hallazgos, que me anima a seguir la serie.
2 comentarios:
He de reconocer que los recuerdo muy vagamente de cuando los leí hace muchos años y a una edad en la que no se aprecian las cosas como se debe.
Besos 💋💋💋
Todos los Episodios Nacionales son buenos, pero los que protagoniza Gabriel de Araceli son los que más recuerdo. Como dices que vas a leer los 46 creo que vas a disfrutar mucho literariamente y además vas a aprender o recordar mucho de la Historia de España; y esto es siempre muy interesante.
Yo ahora estoy con "Guerra y Paz" de Tolstoi y desde luego estoy aprndiendo mucho sobre Rusia a lo largo del siglo XIX. Ahora que está tan candente el asunto Rusia-Ucrania leer a estos escritores rusos me está viniendo de perlas. Lo malo es que sin darme cuenta me estoy posicionando del lado de Rusia, y es que Lev Tolstoi es mucho Tolstoi (ja, ja...)
Un abrazo
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