Desde
la atalaya reflexiva de sus 82 años, Gabriel de Araceli nos cuenta que a los 17
se encontraba trabajando como cajista en una imprenta, sin que de la mente se
le hubiera evaporado la idea de contraer matrimonio con Inés en cuanto las
circunstancias económicas les fueran un poco más favorables. Pero un terrible inconveniente
vino a presentarse ante ellos: don Mauro (mezquino comerciante y tío de la
joven), acompañado por su hermana Restituta, presionaron para que la chica les
fuera entregada y viviera con ellos en Madrid. Como es natural, no tarda mucho
nuestro protagonista en instalarse también en la Villa, para lograr rescatarla
de las manos ambiciosas de sus parientes, que únicamente se muestran
interesados en Inés desde que la saben hija ilegítima de una noble dama de rico
patrimonio.
La
llegada a Madrid permite a Gabriel comprobar cómo está de enrarecida la
atmósfera: se habla del exilio de los reyes, de la proclamación de Fernando
VII, de la invasión evidente que Napoleón está perpetrando sobre España y de la
forma en que el poderoso Manuel Godoy está siendo traicionado, incluso por sus
más cercanos amigos (“La ingratitud, el más canalla de todos los vicios”,
cap.IX). No resulta extraño que, con esos ingredientes agitándose, el pueblo
estalle y se levante en armas: a veces con actuaciones execrables (“Era aquélla
la primera vez que veía yo al pueblo haciendo justicia por sí mismo, y desde
entonces lo aborrezco como juez”); pero otras veces dando muestras de un
heroísmo, un orgullo y un valor asombrosos, con centenares de madrileños
enfrentándose con palos, piedras y navajas a las bayonetas y cañones que los
franceses utilizaron de forma avasalladora.
Todos
conocemos los sucesos del 2 de mayo por los libros de Historia y por algún
cuadro célebre (imposible no pensar en Goya), pero Galdós nos da en esta
tercera entrega de la serie la descripción detallada, los gritos de La
Primorosa, el violento rojo de la sangre, los estallidos de las deflagraciones,
el olor del miedo. Vemos la lucha, porque el canario consigue con sus
palabras y con su ritmo narrativo que se nos acelere el pulso y que
contemplemos las imágenes de heridas, barricadas, vientres abiertos, rostros
ennegrecidos por la pólvora o niños interrumpidos.
Cuando en la escena final advertimos cómo los franceses se llevan a Inés y cómo Gabriel cae inconsciente tras los disparos de sus verdugos, lo tenemos claro: urge buscar el cuarto volumen de la serie para continuar recibiendo los detalles de esta historia.
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