miércoles, 19 de enero de 2022

La contadora de películas



“Descubrí que a toda la gente le gusta que le cuenten historias. Quieren salirse por un momento de la realidad y vivir esos mundos de ficción de las películas, de los radioteatros, de las novelas. Incluso les gusta que les cuenten mentiras, si esas mentiras están bien contadas. De ahí el éxito de los estafadores hábiles en el habla. Sin pensarlo siquiera, yo había llegado a convertirme para ellos en una hacedora de ilusiones”. Quien así habla en la página 88 de este libro es María Margarita, una adolescente pampina que fue bautizada así por su padre, un enamorado de la actriz Marilyn Monroe. En el salitral donde vive la familia (que se encuentra originalmente formada por un matrimonio y sus cinco hijos) no hay más diversión posible que el cine, a cuyas sesiones acuden felices y endomingados todas las semanas. Pero un accidente que deja al padre inmovilizado de cintura para abajo ocasionará un terremoto de cambios: la madre los abandonará, la paga queda reducida a una pensión escuchimizada y la asistencia al cine tendrá que verse reducida a uno solo de los miembros de la familia, que se compromete luego a contar al resto, con pelos y señales, la película. Y será María Margarita quien ostente ese privilegio, que irá perfeccionando con vestidos, bailes y canciones, para convertirse en el pobre pero ilusionado espectáculo andante que alegre la vida a los demás.

Con ese planteamiento, el chileno Hernán Rivera Letelier construye una novela bellísima, melancólica, imposible de abandonar cuando se han leído las primeras cuatro o cinco páginas, y que retrata con ternura, con magnético ritmo y con un realismo a veces crudo la vida en la Oficina, el lugar desértico donde un grupo de personas encuentran en la ilusión narrativa (creada o escuchada) su excusa para seguir vivos, para mantenerse firmes en un clima y en un tiempo difíciles, mientras la pobreza, la usura, la explotación, la mezquindad o el fracaso de las ilusiones se abaten constantes sobre los protagonistas.

El inicio de la novela, impresionante. El final, inmejorable. Lo que se encuentra entre ambos, embriagador. Hacía bastante tiempo que no leía un libro que me impresionara así.

2 comentarios:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Es que si ya me dices que a las 4 o 5 páginas y así imposible de abandonarla, veo la portada y dejo volar mi imaginación, pues que no me puedo resistir.

Besos.

Beatriz Olivenza dijo...

No he podido sustraerme al hechizo de esta reseña y ya tengo el libro en mi poder. Auguro una lectura llena de emociones.