Pasear
entre aforismos obliga, casi siempre, a que el lector mantenga la tensión
constante de la mirada y de la inteligencia, para intentar no perderse nada de
cuanto en ellos se encierra de ingenio, de brillo, de humor, de sabiduría. Es
un ejercicio de concentración que, en ocasiones, puede resultar agotador a las
pocas páginas. Por eso la primera sorpresa que me depara El caracol dorado, que la editorial Renacimiento publicó a Dionisia
García en el año 2011, es precisamente lo contrario: la condición leve,
alígera, casi petálica de sus propuestas. Cada uno de los pensamientos o
aforismos genera a su alrededor un silencio tenue, un aura de serenidad que se
traslada al ánimo de quien lee y le facilita la audición íntima (digámoslo así).
Formalmente,
el breve tomo se estructura en dos secciones. La primera lleva por título
“Confidencias” y se compone de 241 aforismos, en los cuales la prestigiosa
poeta nos invita a reconocer la humildad esencial de los verdaderamente grandes
(“Un honorable no suele hablar de sí”), nos certifica un convencimiento
sociológico que muchos compartimos (“Tantas encuestas para concluir: somos
ingobernables”), reflexiona sobre la condición paradójica de nuestros medios de
comunicación (“No es mediático informar sobre las injusticias remediadas”), nos
ofrece su opinión sobre la decadencia de los tiempos actuales (“No hay líderes
ni genios”) y les dedica apuntes llenos de cariño a algunos de sus amigos
predilectos (Soren Peñalver, Ana Cárceles, Antonio de Hoyos, José María
Álvarez, Francisco Alemán Sainz o Diego Marín). La segunda sección, bajo el
rótulo de “Artificios”, nos deja en los ojos 481 aforismos más, en los que
Dionisia García incorpora una gotita de humor a cuestiones trascendentes (“Al
despertar aplaudo, porque no era la muerte”), despliega con todo esplendor su
mirada de poeta (“Hojecen despacio los árboles y se desnudan precipitadamente”)
e incluso se acerca a posturas filosóficas de rango casi oriental (“La
contemplación de un árbol requiere toda una vida”).
En síntesis (aunque este tipo de libros no admiten síntesis), un delicado volumen que se atesora para leer y releer de forma continua.
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