A pesar
de que no llegue a las sesenta páginas, el libro Pequeñas sediciones, del madrileño Javier Vela, contiene un elevado
número de ingredientes que salpican e impresionan al lector: meteoritos que
caen en silencio sobre la Tierra y que no son localizados por parte alguna;
personas que, después de asistir a una fiesta de disfraces, ven alterada toda
su existencia de forma sorprendente; un indígena del Pacífico Sur que estuvo a
punto de anticiparse a los descubrimientos científicos de Isaac Newton; un
autoestopista aparentemente inofensivo, pero que termina sorprendiendo al
conductor del vehículo que se ha detenido para recogerlo; el mendigo que
solicita la ayuda de los viandantes, parapetado tras un cartel donde ha escrito
“Una limosna para viajar en el tiempo. Máquina averiada. Hace siglos que no veo
a mis hijos”; pálpitos inquietantes que pueden surgir de situaciones cotidianas
(“En el colegio todos se mofan de él. A diario le increpan, le humillan, le
chasquean. Sin levantar la vista el niño hace oídos sordos, mientras afila
calladamente su lápiz”); e incluso pequeñas joyitas donde todo está condensado,
escondido o posibilitado, para que los lectores interpreten (“Nuria me llama
desde el hospital. Ya tiene los análisis. Dice que me relaje, que no es nada.
La invito a casa para celebrarlo. Ella sonríe y acepta. Después, se echa a
llorar”).
Escultor habilidoso de miniaturas, Javier Vela consigue entregarnos casi medio centenar de historias que se quedan vibrando en la memoria cuando terminas la lectura. No es un éxito pequeño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario