No sé si ha sido estudiada la posible influencia de Alonso
Zamora Vicente en el estilo literario de Francisco Umbral, pero a mí, después
de leer dos o tres libros del primero, me parece más que evidente. No tanto
quizá por la intensidad lírica (aunque en algunos tramos también) como por la conformación de la mirada: las
evocaciones, los adjetivos sorprendentes, el uso de las comas, el ritmo. Quizá
por eso esté constituyendo una constante y gozosa sorpresa sumergirme en las
obras del lexicógrafo madrileño, que comienzo a buscar con interés.
Ahora he visitado durante un par de días su Suplemento literario, una colección de
artículos-estampa en los que nos invita a conocer el mundo de su infancia: los
paisajes urbanos en los que estudió, los antiguos pregones callejeros que podía
oír al caminar por la ciudad (“una artesanía, como la cerámica o como el
encaje, celosamente entregada de padres a hijos”, p.38); la algarabía de ruidos
y alegría que acompañaba a los estudiantes universitarios que cada otoño
llegaban a Salamanca; el elogio melancólico de los viejos cafés, que poco a
poco van perdiendo sus añejas y entrañables tertulias; los olores a especias,
castañas asadas y café recién molido que entretenían su nariz cuando se dirigía
hacia la escuela; el humilde pero inolvidable avión que le trajo su padre a la
vuelta de un viaje y que se terminó fugando por algún ventanuco; la tristeza
vespertina que impregna la declinación de los domingos; los diferentes grupos
humanos que se daban cita en los diferentes medios de transporte, tanto
terrestres (“El último autobús”) como aéreos (“Pasaje turista”).
Bellísima prosa, de espíritu melancólico, que me ha fascinado. No será mi última incursión en la literatura de Alonso Zamora Vicente.
1 comentario:
Siempre recordaré a Alonso Zamora Vicente en unas conferencias que dictó junto a otros ponentes a propósito del cambio de milenio. Las anécdotas que a sus cerca de 90 años contó las tengo en mi memoria como algo muy preciado. Qué hombre tan simpático, con una memoria envidiable. Entre otros conferenciantes estaba Ana María Matute, otra delicia de persona. Las conferencias se llamaban algo así como "La literatura española ante el cambio de milenio" pero busco alguna referencia por Internet y no encuentro ninguna.
Mucho cariño le tengo yo a Zamora Vicente de quien estudié en mi ya muy lejana época universitaria su "Manual de Dialectología española". De creación literaria poca cosa suya ha caído en mis manos, pero con esta sugerencia de que mucho de él hay en Umbral debería de leer cosas suyas porque Francisco Umbral siempre me agradó.
Un abrazo, Rubén
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