Sobresaliente durante su lectura (¿1997?) y
matrícula de honor en la relectura. Hablo de Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, ese coloso de la
narrativa española del siglo XX, que jamás me ha defraudado con ninguno de sus
libros.
Qué profundidad en el Pijoaparte, qué maremoto de
intenciones y de pliegues tiene el alma de ese muchacho. ¿Es un ladronzuelo de
poca monta, con ganas de medrar? ¿Es un chaval noble, que ve en Teresa la
posible redención de su mugre cotidiana? Todo eso y más, sin duda. Y, por el
otro lado, ¿es Teresa una pija y una snob, que sólo quiere darse un baño de
“proletariedad” arrimándose al Pijoaparte? ¿O hay un amor auténtico en su
corazón, poco a poco descubierto? (Yo creo que las risas que Luis Trías dice
que emitió Teresa cuando se enteró del encarcelamiento del Pijoaparte son
falsas. Por el tono de la carta última que le envía, yo tengo claro que lo
amaba de verdad. Y, en todo caso, aunque hubiera llegado a la conclusión de que
no lo ama, no la creo tan cínica como para permitirse la crueldad de la risa,
en esas circunstancias).
Me gusta también muchísimo cómo Juan Marsé retrata
el compromiso político de aquellos jóvenes que constituían un grupo no se sabe
si idealista, iluso, desnortado, aprovechado o imbécil, donde lo mismo se lee a
Marx que se practica el amor libre o se toman copas en los sitios más chic de
la ciudad. Espléndido, mordaz, sarcástico, melancólico, triste, desengañado.
Cómo me gusta la observación que anota el escritor
barcelonés acerca de la “fe inquebrantable y conmovedora que algunos
analfabetos ponen en las virtudes redentoras de la cultura”.
1 comentario:
Excelsa mordacidad. Cómo me gusta esta novela cojons.
Besitos 💋💋💋
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