Leo la
obra Hermana muerte, de Justo Navarro
(Alfaguara, 1990), que me ha dejado fascinado. Ya lo hizo su obra F., sobre la vida de Gabriel Ferrater,
aquel hombre inteligente, enigmático, atormentado bebedor y dominador de varios
idiomas. También esta segunda novela me encandila, sobre todo si atiendo al
dibujo que me traslada del estremecedor chico protagonista, y evalúo de qué
suave y sólida y creíble manera nos lo planta ante los ojos.
De su
habilidad sin fisuras (repito: sin fisuras) se desprende que, en el retrato de
sus personajes, Justo Navarro deje bastante territorio imaginativo al lector,
para que participe en la construcción y entendimiento del protagonista, de su
hermana o incluso del padre muerto. ¿Ha quedado nuestro chico trastornado por los
dolores vegetales (y por la desaparición) de su progenitor? ¿Protege (de una
manera equivocada) a su hermana? ¿Se protege tal vez a sí mismo? ¿Reconstruye
la memoria de su padre a través de “los otros”?
Estamos
ante un inquietante, poliédrico, profundo libro, que produce admiración
literaria y desazón anímica.
1 comentario:
Me gusta eso de que deje territorio libre para la imaginación al lector, sobre todo con los personajes; no me gusta que me lo den todo masticado y me describan de arriba abajo cómo van vestidos en cada momento, como peinan, cómo se maquillan...
Me gusta.
Besitos 💋💋💋
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