Acudo a Denis Diderot y termino su obra El sobrino de Rameau, en la traducción
que me brinda Dolores Grimau (Altaya, 1997).
Hay páginas en este volumen que me han gustado
mucho, por sus análisis sobre el cinismo y la hipocresía. Y otras —aquéllas en
las que se habla de música— de un tedio fatigoso, quizá porque esa disciplina
del arte me interesa menos desde el punto de vista literario. Por tanto, un
tomo desigual, pero que me ha facilitado un buen caudal de frases admirables,
que paso a copiar a continuación para no darlas al olvido: “Mis ideas son mis
amantes”. “Hay dos maneras de besar el culo: una simple y otra figurada”. “El
muerto no oye doblar las campanas”. “Cuando no se sabe todo, no se sabe nada
bien”. “El agradecimiento es una carga, y el que la lleva quiere deshacerse de
ella cuanto antes”. “Habéis elevado a su punto más alto el talento de hacerse
el loco y envilecerse”. “El que necesita un formulario nunca llegará muy
lejos”. “Nos tragamos a grandes sorbos la mentira que nos halaga; y nos bebemos
gota a gota la verdad que nos resulta amarga”. “¡Que me parta un rayo si sé lo
que soy en el fondo!”. “Se es más exigente con la bufonería que con el talento
o la virtud”. “Hay días en que necesito reflexionar. Es como una enfermedad a
la que hay que dejar seguir su curso”. “Todo el que necesita de otro es
indigente”.
1 comentario:
Me quedo con "El muerto no oye doblar las campanas" tal vez un día lo use de epitafio 😏😋
Besitos 💋💋💋
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