Acuarelas.
Es la palabra que acude a la imaginación cuando depositas los dedos en el
teclado y tratas de condensar lo que piensas de la lectura de Velocidad de los jardines, de Eloy
Tizón, que aparece con el sello Páginas de Espuma. Tratas después de ser menos
evanescente (habrá lectores al otro lado de tu página, que necesiten “saber”
algo más sobre esta colección de relatos), pero comprendes que resulta
imposible: no puedes hablar de argumentos, no puedes hablar de personajes, no
puedes hablar de estructuras o de finales. Estarías falseando el espíritu del
volumen, que es lírico y no narrativo. Tienes que decir a esos lectores
curiosos que se arrellanen en un sillón y se dispongan a convertirse en
pequeñas barcas que serán mecidas por el oleaje. Ésa es la auténtica verdad.
Porque Eloy Tizón ha dibujado para ellos un vértigo emocional y sensual donde
los colores, la melancolía, el paso del tiempo, la cultura, el extrarradio de
las ciudades, las flores, las casas antiguas o los ahogados les harán subir,
bajar, tambalearse, sufrir y sonreír.
Eso es
todo. Eso es Todo.
Y como
Pórtico de la Gloria un texto inigualable llamado “Zoótropo” en el que Eloy nos
dibuja su propia acuarela íntima, su autobiografía pudorosa y bella: “Casi
siempre estabas solo”, “No estás orgulloso de nada de lo que escribes (lo
rompes todo), pero sí de la fe con que lo escribes”, “Es mejor tener fiebre que
tener bibliografía”, “Toda la literatura es epistolar: necesita del otro para
existir”, “Escribir es entrecomillar la vida”… Acompañémosle en ese viaje. No
hay muchos tan hermosos.
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