Termino
el ensayo Mundo artificial, de
Antonio Dyaz (Temas de Hoy, Madrid, 1998), quien era aún muy joven en el
momento en que la obra fue publicada. Y se nota. El autor trata de dar en sus
páginas una panorámica del previsible futuro tecnológico que se nos venía (y
que, en buena medida, ya se nos ha venido) encima: casas inteligentes, internet
a velocidad vertiginosa, etc.
La idea
es sin duda atinada, pero lo triste es que el desarrollo formal de la obra se
encuentre ulcerado por demasiadas jactancias de “jovencito que lo sabe todo”.
Si alguien opina lo contrario que el autor, o se atreve a alzar el dedo con
alguna matización, es de inmediato estigmatizado con la etiqueta de retrógrado
y se lo crucifica con saña (“Los tecnófobos deberán alfabetizarse, o sucumbirán
ahogados por su ignorancia”, p.184). Eso hace que el tono general del libro (no
su contenido, con el que no resulta difícil mostrarse conforme) se torne
fastidioso, por esa especie de chulería risible, petulante y catecumenal de quien se cree
señalado para transmitir a los demás una Buena Nueva.
A mí, que
nunca me han gustado los profetas (y menos todavía los afiebrados y los
desdeñosos), la resolución literaria de la obra se me ha atragantado.
1 comentario:
Desconfía de los que profetizan y huye de los iluminados...es parte de una frase de un libro que leí hace muchos años, un viejo libro que tenia mi padre en casa, creo que era de Van Der Meersch pero no puedo asegurarlo ahora.
Concretando: profetas aquí no! jajaja.
Besitos.
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